¿Qué es bueno? Todo lo que acrecienta en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo.
¿Qué es malo? Todo lo que proviene de la debilidad.
¿Qué es felicidad? La conciencia de que se acrecienta el poder; que queda superada una resistencia.
No contento, sino aumento de poder; no paz, sino guerra; no virtud, sino aptitud (virtud al estilo renacentista, virtù, virtud carente de moralina).
Los débiles y malogrados deben perecer; tal es el axioma capital de nuestro amor al hombre. Y hasta se les debe ayudar a perecer.
¿Qué es más perjudicial que cualquier vicio? La compasión activa con todos los débiles y malogrados; el cristianismo...
El problema que así planteo no es: qué ha de reemplazar a la humanidad en la sucesión de los seres (el hombre es un fin), sino qué tipo humano debe ser desarrollado, potenciado, entendido como tipo superior, más digno de vivir, más dueño de porvenir.
Este tipo humano superior se ha dado ya con harta frecuencia, pero como golpe de fortuna, excepción, nunca como algo pretendido. Antes al contrario, precisamente el ha sido el mas temido, era casi la encarnación de lo terrible; y como producto de este temor ha sido pretendido, desarrollado y alcanzado el tipo opuesto: el animal doméstico, el hombre‑rebaño, el animal enfermo "hombre"; el cristiano...
La humanidad no supone una evolución hacia un tipo mejor, más fuerte o más elevado, en la forma como se lo cree hoy día. El "progreso" no es más que una noción moderna, vale decir, una noción errónea. El europeo de ahora es muy inferior al europeo del Renacimiento; la evolución no significa en modo alguno y necesariamente acrecentamiento, elevación, potenciación.
En un sentido distinto cuajan constantemente en los más diversos puntos del globo y en el seno de las más diversas culturas, casos particulares en los que se manifiesta en efecto un tipo superior: un ser que en comparación con la humanidad en su conjunto viene a ser algo así como un superhombre. Tales casos excepcionales siempre han sido posibles y acaso lo serán siempre. Y linajes, pueblos enteros pueden encarnar eventualmente tal golpe de fortuna.
No es posible adornar y engalanar al cristianismo; ha librado una guerra a muerte contra este tipo humano superior, ha execrado todos los instintos básicos del mismo y extraído de dichos instintos el mal, al Maligno: al hombre pletórico domo el hombre típicamente reprobable, como el "réprobo". El cristianismo ha encarnado, la defensa de todos los débiles, bajos y malogrados; ha hecho un ideal del repudio de los instintos de conservación de la vida pletórica; ha echado a perder hasta la razón inherente a los hombres intelectuales más potentes, enseñando a sentir los más altos valores de la espiritualidad como pecado, extravío y tentación. El ejemplo más deplorable es la ruina de Pascal; quien creía que su razón estaba corrompida por el pecado original, cuando en realidad estaba corrompida por el cristianismo.
¡Espectáculo doloroso, pavoroso, el que se me ha revelado! Descorrí el velo de la corrupción del hombre. Esta palabra, en mis labios, está por lo menos al abrigo de una sospecha: la de que comporte una acusación moral contra el hombre. Está entendida ‑insisto en este tema- carente de moralina; y esto hasta el punto que para mí esta corrupción se hace más patente precisamente allí donde en forma más consciente se ha aspirado a la "virtud" a la "divinidad". Como se ve, yo entiendo la corrupción como décadence; sostengo que todos los valores en los que la humanidad sintetiza ahora su aspiración suprema son valores de la décadence.
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EL ANTICRISTO-Friedrich Nietzsche
Non-FictionEl Anticristo, maldición sobre el cristianismo, es una de las últimas obras del filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Aunque fue escrito en 1888, su controvertido contenido hizo que Franz Overbeck y Heinrich Köselitz retrasaran su publicación, junto...