Pensamientos de un fénix

Te vi.

Te vi.

Hace dos días,
en un sueño
te vi.

Estabas igual de bella,
tal como te recordaba.

La misma mirada
que aun está en mi memoria.

Y sentí el mismo escalofrío
que sentía hace años
cada vez que te miraba.

En ese momento no dudé.

No me pregunté quién será
la persona afortunada
de tener tu corazón,
de sujetar tu mano,
de abrazarte,
de despertar cada día
y verte a su lado.

Solo corrí,
corrí hacia tí.
Mis lagrimas me nublaban la visión.
Corrí,
me llenaba un miedo de que
en un instante te desvanecieras.

Te rodeé con mis brazos.
El llanto no me dejaba hablar.
Y susurré a tu oido
lo mucho que te quería,
y lo mucho que me arrepentía.

Recuerdo que al principio
cada día sin tí era eterno.
Los segundos se pasaban
como años.
Y te pensaba en cada uno de ellos.

Finalmente, te ví.
Y sentí un dolor.
Como si se hubiera vuelto a abrir esa herida que yo creía
que había sanado.

Te ví.