Capítulo 38

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Sigo pensando en ella cuando mi teléfono vibra, un día después de medianoche, y su inicial aparece en la pantalla. Una sola letra y todo mi cuerpo tiembla, mi pulso se acelera, mi mente vacila, como una pequeña flama que uno atiza soplandole, bajo riesgo de apagarla, y que se consume de repente.

-Camila... Discúlpame.

-¿Eh? ¡Claro! ¿pero por qué?  Balbuceo.

-Por mi silencio. Por mi reacción. No tenia por qué enojarme contigo, se disculpa la voz ronca y el acento danés que me derrite.

-Vas a decir otra vez que no comprendo pero... Si comprendo, sonrió al otro lado de la linea.

-Extrañe tu sonrisa, venus.

-Y otra vez, solo la estás escuchando... Juego a pesar de mi corazón acelerado.

-Lo que haría por verla, suspirado mi princesa decepcionada.

-180 kilómetros...

-¿Perdón?

-180 kilómetros, es todo lo que tienes que recorrer. Dos horas de camino. Entre Palm Springs y Long Beach. Estoy en casa de mis padres desde hace algunos días, anuncio esperando que no se sienta (invadida) .

-En verdad pensaste en todo, ¿Eh? Sonríe ella por su parte.

-Simple coincidencia... Miento con una voz llena de malicia.

-Creí que detestabas las coincidencias, me reclama regocijandose.

-Y yo creí que tus ojos detestaban alejarse de mi... Digamos que solamente les facilite un poco la tarea reduciendo la distancia. En caso de que otra vez quieran seguirme por todas partes.

-Te enviaré un chofer, dame tu dirección. Él te traerá a mi, me explica regresando a su tono firme al cual no se le puede negar nada.

-¿A donde?

-A algún lugar de Los Ángeles. Ya veras. No puedo decir nada mientras mis ojos sigan privados de ti.

-Ok... Pueden ver pero no tocar, la provoco para vengarme.

-Tal vez hayas limitado el poder de mi mirada... Pero no de mis manos, gruñe la mujer que me hace estremecer.

Menos de media hora mas tarde, mi pequeña maleta de emergencia esta lista- 2 vestidos, un par de tacones, un Lit de maquillaje exprés, uno nunca sabe lo que la vida de una princesa le puede tener reservado.
Le deje una nota a Justin y a mis padres, solo para que no se preocupen por mi ausencia, pero sin decir a donde iba ni por cuanto tiempo.

El auto del chofer pasa a recogerme y me lleva hasta L.A., frente a un suntuoso hotel, inmenso y futurista, del cual no logro ni siquiera contar los pisos torciéndome el cuello. Otro hombre se se encarga de mí en la banqueta, como si todos obedecieran las ordenes de mi princesa por medio de un audífono invisible. El mayordomo uniformados me hace tomar el ascensor con demasiadas reverencias, introduce una tarjeta dorada en una grieta y la maquina se eleva en silencio, sin que el haya apretado ningún botón. Cuando las puertas se abren de muevo, estoy al aire libre, en bloque adivino es el techo del hotel. Me indican que me quede allí un instante y que no me atreve a mirar hacia abajo. La vista panorámica hacia las luces de la ciudad de noche, a lo lejos, me quita el aliento.

Un ruido ensordecedor me obliga a mirar al aire. Luego un helicóptero negro con pintura mate, que parece del ejercito, se coloca al lado de nosotros elevando mi cabello en todos los sentidos. Me niego a creer en este espejismo cuando Lauren sale del aparato y camina hacia mí,  con su mirada verde ametrallandome y su sonrisa diabólicas entre labios.

La multimillonaria, y mi diario.(Camren g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora