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Para mi amiga secreta



Querido Santa:

Para estas navidades quiero que me traigas a Matt Bomer o a Ian Somerhalder. Te lo pido a ti porque Cupido no me lo ha querido cumplir, así como tampoco lo ha hecho el conejo de pascua ni Chuck Norris a quien le he rendido culto viendo todas sus películas más de una vez. Incluso llegué a hacerle el pedido a Barney, quien hasta ahora nunca me había fallado, sin embargo, teniendo en cuenta que estamos a nada de terminé el año, tuve que cambiar de objetivo.

Como me lees, estoy hablando de ti viejo gordo. Tú, con tu ridículo traje rojo y exagerada barba blanca, me tienes que cumplir el milagro.

Sin embargo, soy una persona consiente y sé que tal vez sea imposible conseguir el corazón de alguno de estos dos portentos de hombres, de modo que, te doy una escapatoria un poco más fácil al dilema y te pido que me dejes a Henry Cavill bajo mi árbol.

Así es, a Henry Cavill, desnudo, con un lazo rojo gigante, bajo mi árbol. No hay más.

Bien, tal vez mi tono te parezca algo altanero, pero entiéndeme, con todos los años que llevo pidiéndote cosas y sin que me las cumplas, me siento con el derecho de exigirte esto. Y antes de que preguntes, si, lo recuerdo todo ¿No fuiste capaz de dejarme un micro-hornito para navidad? Era algo bastante simple de conseguir, pero te negaste a dármelo a mí y se lo regalaste a mi hermana ¡Y a mí me dejaste una estúpida chamarra! ¡Yo quería un juguete y tú me diste ropa aburrida! ¿Como esperas compensarme todos los traumas que me dejaste? Pues poniendo, como mínimo, al puto Henry Cavill bajo mi árbol.

Bien, yo sé que terminé intercambiando los regalos con Alana, pero eso fue por mi iniciativa de tener una buena navidad. Si no fuera por mi ingenio ¿Que habría sido de mi infancia con todos esos horribles regalos que me dejaste bajo el árbol? No, no, no, esta es mi navidad y tú vas a ayudarme.

¿Crees que no me acuerdo de lo que me hiciste el año antepasado? ¡Por tu culpa tuve que irme de mi departamento! Claro, justo el día de navidad, me mandaste a una pareja calenturienta para que se mudara en la habitación de al lado. Había paredes compartidas, así que, como bien sabrás, mis días de buen sueño se terminaron por culpa de la tremenda frustración que me causaste. ¿Siquiera pensaste en darme un novio ese año? No, ni siquiera me regalaste un gato, me dejaste para que me pudriera solo en mi habitación, con la pareja de gritones al lado ¿Y esperabas que me quedara ahí?! ¡Y un demonio!.

A ver, vale, se lo que me vas a decir: Querido Gabriel, no necesitas a un hombre para ser feliz, creo que tu frustración proviene de algún momento de tu infancia en el que... NO, no estoy para sermones, no quiero que me psicoanalices, quiero mi regalo bajo el árbol y cuando lo coloques quiero que reflexiones sobre tus actos.

Si, quiero que me dejes un ensayo al respecto, carajo, uno de mil quinientas palabras, que son pocas en comparación con lo que me has hecho.

A ver, lo del micro-hornito te lo puedo dejar pasar, lo de los gritones también, siempre me las he arreglado para salir ileso de tus cagadas, pero el año pasado sí que me jodiste, me jodiste y no como me gusta (que te quede claro, que por el momento no quiero ningún sugar daddy).

¿Cuándo en la vida se te ocurrió darme un Martín para navidad? ¡Un Martín! ¡Dios mío santo! Yo era un simpático profesor de secundaria que se divertía haciéndole la vida imposible a sus alumnos, mientras estos lo hostigan recordándole su soltería a diario ¡Hasta que me mandaste al estúpido de Martín para que cubriera un interinato de tres meses y lo acomodaste en el cubículo de al lado!

Un nuevo vecino, hola formalidades, hola a preguntas comunes sobre la vida de otro, salidas al café, comidas juntos, intercambio de número y terminamos con un Gabriel perdido por un tío adicto al café y a conversaciones relacionadas con la política y activismo social.

No te hagas el sorprendido, que sé que tu permitiste (tú y tu nieto el pañaludo con arco y flecha) que terminara babeando por un interino sin gracia y dejaste que me pusiera en ridículo para que volteara a verme. Incluso llegué a fingir que me interesaban sus teorías sobre el porqué la población apoyaba a partidos ultra conservadores o que me gustaba su colección de discos de Joshua Bell ¿Sabes lo difícil que fue eso? Estoy seguro de que Martín si lo sabe, porque se dio cuenta enseguida de mis pobres dotes de actuación y me lo hizo saber con mucho más humor del que esperaba, lo cual me pareció muy lindo de su parte, pero no dejó de ser humillante.

A ver, que yo hasta llegué a pensar bien de ti y de tu familia, sobre todo cuando le ofrecieron un contrato por ocho meses supliendo a una maestra que se fue por maternidad ¿Quién no se sentiría afortunado? Es decir, ya sé que mencioné que Martín es un maestro sin chiste, pero en realidad sí que tiene su gracia. Yo soy de esos novios que nadie quiere, de esos que se la pasan encima de sus parejas y les encanta dejar chupetones, por eso siempre terminan conmigo, por encajoso, pero a Martín le gustaba que fuera así. Claro que yo me comportaba muy bien en la escuela, no me gusta dar espectáculos en el trabajo y ahora que tenía con quien salir los mocosos malcriados a los que les doy clases tenían más excusas para molestarme, así que me encontraba en un campo minado. Joder, que a esos niños nadie los entiende, primero están con que soy un solterón y ahora me preguntan por la boda.

En fin, el punto es que me hiciste creer que me estabas dando un regalo con Martín. De verdad que casi me engañas, sin embargo, ahora pienso que era una de tus maneras de torturarme. Claro que sí, no se puede confiar en un tipo que agenda los días en los que cometerá allanamiento de morada y se sale con la suya. Después de todo, solo estabas preparando tu golpe, pues justo cuando pensé que las cosas no podían ir mejor, finiquitaste su contrato y lo enviaste a buscar trabajo a otra maldita ciudad.

¡A otra maldita ciudad! ¡Al único chico que no me ha mandado al cuerno por sentarme en sus piernas mientras ve el fútbol! ¡Joder, que ni siquiera le gusta el deporte! ¿Porque tenías que hacerme esto? Ahora por tu culpa estoy sufriendo síndrome de abstinencia, algo parecido al delirium tremens, pero sin la parte en la que literalmente estoy en peligro de muerte.

Nos hemos quedado como dos tontos hablando hasta medianoche y casi he llegado tarde a casa por culpa de eso. Así que, quiero a Henry Cavill, Matt Bomer o Ian Somerhalder bajo mi árbol, porque creo que es la única manera que tendría para pasarla bien en navidad cuando la única persona a la que le importo está a kilómetros de distancia.

Te pido esto porque no me atrevo a desear que Martín vuelva, no deseo tener esperanzas de algo que no se va a cumplir, prefiero tener sueños ilusorios con un estúpido actor, porque incluso eso es más probable que tener a Martín conmigo. Seguiré intentando en una relación a larga distancia y trataré de encontrar una solución a mi problema como siempre lo he hecho. Eso es todo, ni siquiera sé por qué te escribí en primer lugar, tu ni siquiera existes. Sin embargo, por favor, jódete.

Te odia, Gabriel.





Querido Santa:

Gracias por permitirle a Canela una feliz jubilación, ese viejo estaba a punto de transformar la escuela en un museo. Y gracias por traer de vuelta a Martín para suplirlo, nunca dudé de ti.

Te ama, Gabriel.

Esa clase de amor (Antología)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora