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Historia ganadora del cuarto lugar (entre más de 30 historias) del concurso #DesafíoTRAPPIST-1.

***

Un grupo de científicos ha emprendido el primer viaje interestelar a los planetas que orbitan TRAPPIST-1. Su misión: encontrar el nuevo mundo que dará cobijo a la humanidad.

Sin embargo, cuando están a punto de llegar, reciben un mensaje salido de uno de los planetas de aquel sistema, el cual los ha dejado sorprendidos.

***

─Y, ¿cómo fue? ─preguntó la mujer.

Era la primera videollamada que el capitán de la misión AXIS-1 recibía de su esposa. Ella se había quedado en la devastada Tierra, refugiada de las desgracias que allá acaecían.

─Fue... ─¿cómo relatar el viaje a través del agujero de gusano? El tiempo en aquel sitio parecía no existir. Era menos negro de lo que su nombre sugería: en realidad, un torbellino de colores intensos había rodeado la nave espacial para después arrojarlos a muchos años luz de distancia del Sistema Solar─. Fue perturbador. Por un momento pensé que no lo lograríamos. No pongas ese rostro de preocupación, cariño. Mejor dime: ¿cómo siguen las cosas en la Tierra?

Los rasgos de la mujer se ensombrecieron al oír esa pregunta. ─Tres fragmentos más de la Luna han caído al planeta. La Patagonia ya no existe más, Rusia es un mar de polvo y hay alerta de tsunami en el sur de África. Pero... en el refugio estamos bien. Benito te extraña: cada día pregunta por su padre. Yo le he dicho que has ido a buscar un nuevo hogar ─el rostro de la mujer se fragmentó en líneas azules que atravesaban la pantalla holográfica: la señal empezó a fallar. Eso ocurría cada vez que pasaban cerca de un cuerpo celeste.

El capitán Mendoza dirigió su vista hacia el centro de mando; los pilotos parecían confundidos mientras observaban los hologramas que se desplegaban frente a ellos. La voz entrecortada de su esposa se ahogó y luego todo el sistema de comunicación se apagó, a excepción de los controles de la nave espacial.

El hombre caminó hacia el centro de mando; pero no se detuvo con los pilotos que parecían estar leyendo un nuevo mapa estelar desplegado frente a ellos. En cambio, avanzó hacia los ventanales que dejaban desnudo al universo. En la lejanía estaba una estrella amarillenta, casi blanca. Enrique Mendoza se puso sus lentes inteligentes y pudo ver con total nitidez cómo los planetas, lejanos, erraban alrededor de la estrella; como abejas sobre una inmensa flor luminosa.

─Estamos a punto de atravesar el cinturón de asteroides ─proclamó la voz robótica de AXIS-1.

─Habrá turbulencias ─comentó uno de los pilotos─. Señor, es mejor que tome su lugar ─y lo hizo. La silla del capitán se activó y se deslizó hacia el hombre; él solamente tuvo que sentarse y reclinar su espalda. Observó con quietud el cinturón de asteroides cenicientos que amenazaban con golpear la nave espacial. En medio de la nada, recordó el rostro sonrosado de su hijo y los ojos grises de su esposa.

¿Los vería de nuevo?

Ojalá nunca hubiese llegado aquel asteroide que se impactó con la Luna y que la fragmentó en mil pedazos.

Ojalá el clima y los mares nunca se hubiesen enfurecido con el hombre.

Ojalá en el sistema solar Trappist-1 estuviese la nueva casa de la humanidad.

Los pilotos hicieron su trabajo y, en poco tiempo, estuvieron fuera del cinturón de rocas siderales.

─En doce horas terrestres estaremos arribando al planeta Faetón ─anunció la voz robótica de la nave. La tripulación parecía relajada con esa noticia.

El líder de AXIS-1 los miró de soslayo y luego se puso de pie. Empezó a hablar frente a ellos.

─Repasemos el plan: aterrizaremos en una de las cuatro lunas del planeta, la mitad del equipo se quedará para crear un campamento y yo iré con la otra mitad hacia Faetón, cuando toquemos tierra firme...

Un estrepitoso sonido paralizó a la tripulación; los controles no había fallado, pero una extraña señal de baja frecuencia estaba siendo transmitida por las bocinas. Primero fue un chillido horroroso, enseguida un zumbido paralizante que dio paso a un extraño murmullo. Parecía un siseo constante; como el de una serpiente acechando a su presa.

Uno de los pilotos apagó las bocinas de la nave y miró, estupefacto, a sus compañeros.

─¿De dónde ha venido eso? ─preguntó el capitán Mendoza con el ceño fruncido. Los tripulantes se miraban con preocupación y proferían susurros entre sí.

─No lo sé, señor ─respondió el piloto.

─Viene de Faetón ─informó una mujer de cabello dorado. Frenéticamente tecleaba algo en su pantalla holográfica. Mendoza fue hasta allá y observó ondas de sonido mientras eran procesadas por las potentes computadoras.

─¿De Faetón? ─la mujer de labios rosados asintió─. Pero, ¿cómo pudo ser? ¿Es que acaso allí hay vida?

─Quizá sólo sea el magnetismo del planeta. Pronto entraremos en órbita y probablemente son ruidos naturales de Faetón ─la mujer despegó la vista del computador. Una tripulante de cabello corto se acercó y observó el gráfico que marcaba las ondas del sonido.

─No estoy tan segura de eso ─susurró esta última mujer. El uniforme azul marino se adhería a su delgado cuerpo y la bandera mexicana brillaba con luz propia en su pecho─. Parece... no lo sé: me da la impresión de que es una lengua. Como las palabras de algo... o de alguien.

─Pero ese sonido vino del planeta ─apuntó el capitán─. ¿Habrá civilizaciones allá? Si las hay, ¿cómo es posible que lleguen hasta nosotros?

El sonido volvió a replicarse en toda AXIS-1, como el llamado de un ave en extinción. Esta vez era más fuerte y nocivo; corroía los oídos de quien lo escuchaba. Los tripulantes se vieron en la necesidad de cubrírselos para evitar algún daño.

─¡Háganlo callar! ─gritó, eufórico, el capitán de la nave. Los pilotos se volvieron locos intentando apagar las bocinas de la nave, hasta que lo consiguieron─. Sue, ¿de verdad crees que se trate de alguna lengua? Me refiero al idioma de una raza inteligente ─ambos compartieron una mirada de tensión.

─Es probable.

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