El mismo chirrido infernal se había repetido al menos diez veces hasta que tocaron una de las cuatro lunas de Faetón: la más amarillenta y que parecía hecha de queso. Las especulaciones sobre qué causaba el sonido incomodaban a la tripulación del AXIS-1.
Allí, en medio de un cráter lunar, reposaba la enorme nave espacial en forma de boomerang que había viajado desde la Tierra en la búsqueda de un nuevo hogar. La mitad de la tripulación colocaba distintos artefactos para estudiar la superficie lunar; entre ellos, un taladro que se introduciría en el suelo y analizaría las distintas capas del satélite. Algunos más preparaban los satélites que pronto lanzarían en órbita del planeta; de esa manera empezarían a establecer una red de comunicación. La otra mitad del equipo de astronautas se preparaba para zarpar hacia la superficie del planeta: serían los primeros humanos en tocar las tierras de Faetón.
Desde ese lugar, Faetón parecía un gigante hermano gemelo de la Tierra: sus continentes partían las oscuras aguas de los océanos; había polos, así como un ecuador desértico.
A espacios, distintas islas manchaban la pulcritud de los mares; una de ellas bien podría ser la duplicación de la extinta península itálica y su forma de bota.
En el continente más céntrico, había una enorme grieta que quizá era como el Gran Cañón estadounidense; parecía una herida infecciosa de cualquier organismo enfermo.
El capitán Mendoza se imaginó si es que en esas tierras, hermosamente verdes, habría algún rastro de civilización. Era evidente que había flora y quizá fauna, pero, ¿civilizaciones? ¿Razas inteligentes?
Recordó aquel sonido: las últimas versiones de ese chillido parecían los quejidos de alguien muriéndose, o de alguien furioso.
─Capitán ─lo llamó uno de los cosmonautas─, está listo el lanzamiento de los satélites.
─¡Adelante! ─dijo sin despegar la vista del planeta.
Enrique Mendoza entrecerró los ojos. ¿Aquel punto luminoso que vio cerca del ecuador sería una ciudad? Se quitó esa idea de la mente y caminó de regreso a AXIS-1.
La parte de los astronautas que viajaría a la superficie del planeta estaba subiendo de nuevo a la nave abrillantada.
─AXIS-1 lista para el despegue ─susurró la voz mecánica de la nave. Las luces se encendieron y, aquel vehículo sideral, pareció una versión nunca antes vista de la luna en cuarto menguante. Esa Luna que nunca volvió a aparecer en los cielos.
En menos de tres meses terrestres tenían planeado regresar a la Tierra, con la esperanza de llevar buenas noticias. Allá los esperaban las cuatro versiones galácticas del Arca de Noé en las que se planeaba escapar del planeta. Las naves habían sido construidas cuando todo el clima de la Tierra se volvió en contra del hombre: cuando los mares se enfurecieron por la falta de una luna, cuando los huracanes surgieron y los terremotos se incrementaron sin razón aparente. Cada una de esas super-naves espaciales tenía la capacidad de albergar a un millón de personas y un millar más de plantas y animales terrestres: desde los insectos más pequeños, hasta los mamíferos más gigantes, como el sexteto de ballenas azules que serían transportadas en un acuario colosal dentro del ARCA-3.
Todos escaparían de la Tierra donde ya era imposible vivir.
─Es momento de partir al planeta ─le ordenó Enrique Mendoza a los pilotos.
Las turbinas de AXIS-1 rugieron como un felino al acecho. En instantes, empezaron a viajar hasta el planeta que despedía un aura azul y que parecía estar listo para develarles sus más profundos misterios.
─Entraremos a la atmósfera en poco tiempo ─dijo la voz mecánica de la nave. La velocidad de AXIS-1 se incrementó debido a la fuerza de gravedad, y todo mundo se vio obligado a tomar asientos. El descenso fue violento; pero justo después de que la nave atravesara una densa capa de nubes, pudieron observar un vasto continente de tierras verdes.
AXIS-1 desaceleró y, en instantes, estuvieron sobrevolando un puñado de pequeñas islas. Todos los presentes admiraron, con calma, el escenario que se extendía frente a ellos: un escenario totalmente sano por doquier, a diferencia de la enferma Tierra donde casi ni quedaban lugares que pudieran sobrevivir a la violencia de los mares.
─Aterricemos en aquel valle ─el capitán Mendoza señaló un extenso campo bajo una cordillera de montañas.
─¿Qué pasa si encontramos vida? ─preguntó una mujer.
─Depende de qué tipo de vida ─sentenció el capitán─. Es seguro que hay plantas y quizá animales. Pero si te refieres a vida inteligente, ahora esta es nuestra casa y debemos quitar a los bichos que aquí podamos hallar. Es nuestra especie, o la de ellos ─sonaba decidido a aniquilar cualquier organismo.
─¿Y si son más avanzados que nosotros? ─inquirió otro tripulante.
─Si fuesen avanzados, ya nos hubieran interceptado en este sobrevuelo. ¿No crees? ─comentó Mendoza con cierto coraje─. Ya estamos en este sitio y lo importante es salvar a la humanidad. Las esperanzas de todo el planeta están puestas en nosotros. En este momento las ARCAS deben estar listas para partir: nuestros conocimientos, artes, historia y especies están en esas inmensas naves, tres veces del tamaño de AXIS-1.
El silencio se levantó sobre los tripulantes mientras descendían lentamente.
Justo antes de que la nave aterrizara, surgió de nuevo el insistente sonido que taladraba sus oídos.
Esta vez era un rugido.
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A X I S
Fiksi IlmiahHistoria ganadora del cuarto puesto en el concurso #DesafíoMisiónEnTRAPPIST1 del perfil de Ciencia Ficción. SINOPSIS: Un asteroide destruyó la Luna. La vida en la Tierra tiene sus días contados y la única forma de salvar a la humanidad es buscar un...