A X I S

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Caminaron por el sendero que había aparecido frente a ellos; tras largo rato de andar, arribaron a un paraje donde la maleza había desaparecido. En la lejanía se apreciaban algunas construcciones de piedra rojiza y negra. Estaban tan lejos que no pudieron discernir qué forma tenían.

Aquello era el descubrimiento más importante en el planeta. Cuando estuvieron más cerca de aquel sitio, se quedaron petrificados con las construcciones en forma de pirámides que se alzaban frente a ellos.

Eran muy semejantes a las construcciones mexicas y mayas de la antigüedad mexicana.

─Esa de allá se parece a la Pirámide del Sol ─Sue señaló la pirámide más alta─. ¡Esto es como volver al pasado de la Tierra!

Enrique Mendoza avanzó sin reparo hacia el centro ceremonial, pero los demás parecían dubitativos: en realidad, estaban aterrados. ¡Habían encontrado rastros de vida inteligente!

─Andando ─ordenó Mendoza con palabras fuertes. Sus tripulantes se vieron en la necesidad de seguirlo.

Al terminar las escalinatas, lo que encontraron fue un escenario espeluznante.

En el suelo de piedras cuadradas, estaban esparcidos innumerables restos orgánicos que se descomponían. Eran azules, morados, negros... un tipo de sangre cobriza manchaba las baldosas. Las pirámides observaban aquella masacre.

─¿Qué es esto? ─gimió uno de los tripulantes acercándose a lo que parecía ser un brazo de siete dedos. No muy lejos de allí, estaba un pedazo de pie terminado en punta.

El desfile de cuerpos ascendía a la pirámide más alta; recubriendo las escalinatas que llegaban a un enorme salón en lo alto de aquella construcción. Desde allí observaron una especie de antena. Y surgió un chillido.

Los astronautas cayeron al suelo por la potencia del sonido y se retorcieron de dolor. Cuando cesó, se sentían mareados y con ganas de vomitar; empezaron a incorporarse paulatinamente sin dejar de ver aquella masacre.

─Hemos perdido contacto con el campamento en la luna ─dijo la voz robótica de AXIS-1─. El sistema... tien... error... cuatro... los saté... tes... rra ─y la voz se apagó.

Les dio asco ver esos cuerpos agusanados y putrefactos; sobre todo, porque las cabezas de esos especímenes colgaban desde las paredes de las pirámides. Pudieron observar su fisonomía: dos ojos rasgados, nariz aguileña, cabello como alambre y unos labios partidos en tres.

─¿Quién les hizo esto? ¿Quiénes son ellos? ─preguntó un hombre.

─No tenemos contacto con el resto de la tripulación ─murmuró el capitán seriamente asustado─. ¡Hay que volver!

Sue observó las baldosas del suelo manchadas de lo que parecía ser un líquido cobrizo. Detrás de ese rastro de muerte, había algunos dibujos a modo de jeroglíficos.

─Aquí hay algo ─escudriñó los dibujos.

─¡Vamos, Sue! ¡No es momento para investigar la cultura de estos cadáveres! ─regañó Mendoza intentando restablecer las comunicaciones.

Pero ella lo ignoró. Eran en total diez dibujos que se extendían verticalmente por la calzada atestada de cadáveres.

─Debemos irnos ahora ─dijo otro.

Sue analizó los dibujos tallados en la roca.

UNO: Humanoides saliendo de un huevo.

DOS: Humanoides cazando una enorme bestia.

TRES: La construcción de una pirámide.

CUATRO: Una estrella atravesando los cielos.

CINCO: Una pirámide cayendo.

SEIS: Algo como una serpiente saliendo de una grieta.

SIETE: La serpiente engullendo humanoides.

OCHO: Una estrella aterrizando en el planeta. Se trataba de AXIS-1.

NUEVE: Personas pintadas de gris saliendo de la estrella.

DIEZ: La misma serpiente tragándoselos.

─¡Es como su Biblia! ─exclamó Sue con sorpresa─. Estos diez episodios son sus predicciones ¡Han vivido su apocalipsis en el cuadro número siete! Y también han predicho nuestra llegada.

─¿Qué dices, loca? ─farfulló Mendoza.

Un terremoto cimbró las pirámides. La más grande de ellas se rompió en dos y se desmoronó como si estuviese hecha de polvo. Desde el interior de la pirámide, los astronautas de AXIS-1 observaron una enorme sombra moviéndose.

Y luego, desde esa grieta envuelta en penumbras, surgió el mismo chillido que los hizo estremecerse.

Cuando intentaron correr, ya era demasiado tarde.