Prólogo

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-Yo, no sé si pueda hacer esto

- ¿A qué te refieres?

- ...

- Sam

- Quiero más para mi vida, y tu no estas dispuesta Valeria

Mierda, así que eso es, por eso ha estado tan extraño, ¿Qué carajos voy a hacer? Mierda, es que no hay nada por hacer, yo amo mi vida, así tal cual es, nunca me ha gustado la idea de tener hijos.

- P-p-pero tu dijiste desde un principio que solo nosotros dos, ¿Recuerdas?... Mierda, ¿Qué sucede Sam? ¿Acaso estas aburrido?... ¿Estas aburrido conmigo?

- Mierda no, no es eso y lo sabes Valeria, sabías desde un principio que soy muy familiar, yo amo a los niños- Mierda, no puedo seguir escuchando esto- Yo amaría verte a ti llevando una vida en tu vientre...

- Detente – ¿Y que demonios espera que yo haga?, yo no soy así, nunca lo he sido. – Sam, sabes que yo no soy ese tipo de chica.

- Y no te estoy pidiendo que dejes de serlo

- ¿Qué? No te entiendo, hace unos segundos me decías que amarías que yo tuviera un bebé contigo Sam, ¿y ahora me dices que no tengo que dejar de ser yo?

- Exacto, el problema no es que tu no quieras tener hijos o formar una familia -Se tomó varios segundos y suspiró- El problema es que yo sigo aquí, pidiéndote que lo hagas

- Sam

- No, déjame terminar, Valeria, te amo, mierda te amo mas de lo que alguien podría amar alguna vez en toda su vida... Pero, esto no es lo que quiero por el resto de mi vida, demonios, yo quiero tener hijos, quiero ser padre, quiero formar una familia Valeria.

Y sus palabras me hicieron nublar mis ojos de lágrimas, ¿por qué me pasa esto a mí? ¡Mierda!, lo amo, lo amo tanto que aun no estoy lista para dejarlo ir

- Sam -Me acerqué y tomé su rostro entre mis manos- Te amo, en serio te amo, pero yo... yo amo mi vida, así como esta, y tú, eres tan tierno, eres el hombre más increíble que conozco, tu Samuel Hemley, mereces ser feliz, y si eso es lo que te hará feliz, yo...-Suspiré y traté de contener mis lágrimas - yo estoy dispuesta a aceptarlo, te amo Samuel Hemley, te deseo lo mejor- Una lagrima rodó por mi mejilla en ese instante, y lo besé, con un dolor en mi pecho, como si me estuvieran enterrando un cuchillo, lo besé tan lento, porque sabía que este sería nuestro último beso, lo besé con tanto amor que no quería que este momento se acabara, pero sucedió, no podía ser tan masoquista y quedarme ahí, me separé de él y lo miré, tenía sus hermosos ojos verdes llenos de lágrimas -Vive feliz Sam- Agarré mi bolso y mi abrigo y salí de la habitación, así sin más, sin mirar atrás.


Te amo... pero yo, amo mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora