dieciséis

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Punto de vista Paulo
Octubre del 2012
Italia

Me desperté y lo primero que pude sentir fue un peso sobre mi pecho, sonreí creyendo que era Anahi pero cuando comencé a despertarme del sueño profundo que había tenido, me di cuenta de que ella estaba en otro continente.

Fue ahí cuando abrí los ojos encontrandome con una cabellera larga y castaña. Anahi tenía el pelo largo, pero un poco ondulado.. y éste era completamente lacio.

Imágenes de la noche anterior llegaron a mi cabeza y me queje mientras sentía como mi cabeza dolía demasiado. Antonella seguía dormida en mi pecho y realmente no me importaba despertarla, de hecho, era lo que quería para que se fuera.

- Antonella.. te tenés que ir, despertate. -murmuré mientras movía su brazo.

Ella sólo se quejó y se alejó de mi pecho para seguir durmiendo, dándome la espalda. Estaba desnuda y no podía creer lo que había hecho, si Anahi se enteraba de esto iba a odiarme. Pero más me odiaba a mi mismo por haberme olvidado que en Argentina tenía a la mujer más hermosa del mundo esperándome.

Seguí durmiendo un rato más hasta que sentí que Antonella se estaba cambiando y después salía del cuarto sin siquiera despedirse, igual mejor. Cuando escuche que la puerta de entrada había sido cerrada, me levanté con muy pocas ganas y subí las persianas de la ventana antes de ir al baño a hacer mi rutina mañanera.

Cuando tuve tiempo de agarrar mi celular vi que tenía varias llamadas y mensajes de Anahi, quería matarme. Intenté llamarla pero no sonaba y directamente me mandaba al buzón de voz.

Los mensajes decían que ella vendría sola a Italia en la mañana y yo me estaba levantando a las nueve, de seguro había llegado hace rato. Me cambié poniéndome lo que encontré primero y me tomé algo para el dolor de cabeza antes de salir para el aeropuerto en el auto de Franco.

Después de un largo viaje desde mi departamento hasta el aeropuerto, llegué y me bajé apurado para buscar a Anahi. Había un montón de gente y no podía verla, hasta que pude ver su espalda y reconocerla. Corrí entre la multitud y cuando la tuve enfrente le toqué el hombro, provocando que ella volteara asustada y sonriera en cuanto me viera.

Nos abrazamos por un rato mientras escuchaba como Anahi me decía que me había extrañado, y cuando salimos de la multitud de gente pude verla mejor, había algo distinto en ella.. ¿Por qué le quedaba tan apretado ese vestido?

Anahi notó que la estaba mirando demasiado y entrelazo su mano con la mía, brindandole caricias a mis nudillos mientras me miraba sonriente.

Salimos del aeropuerto tomados de la mano y nos encontramos con algunos periodistas italianos en la puerta, a lo que Anahi se escondía en mi pecho con vergüenza. Algunos periodistas me preguntaban quién era, la prensa no sabía la existencia de Anahi por el simple hecho de que ella estaba en Argentina y no aparecía conmigo.

La ayude a subir al auto y cuando estuvimos de camino a casa no pude evitar sentirme feliz por tenerla, aunque se había quedado dormida. Cuando llegamos no podía cargarla porque tenía que bajar las valijas y subir con ella encima mío, no iba a poder. Así que tuve que despertarla.

- Ana.. amor, llegamos. -susurré mientras le acariciaba el pelo.

Ella se despertó y se paso las manos por los ojos, la cara de dormida que tenía me estaba haciendo reír. Bajamos las valijas y yo me ofrecí a subirlas mientras ella abría la puerta de mi casa con las manos temblorosas, tenía frío.

Subimos hasta mi departamento y dejé todas las maletas al lado de la puerta para después abrazar a Anahi con todas mis fuerzas, haciéndola reír. Cuando nos separamos llevé sus maletas hasta mi cuarto y me di cuenta de lo desordenado que estaba todo, tendi la cama como pude antes de que Anahi entrara al cuarto.

- Pau ¿dónde está el baño? -preguntó con una de sus manos tapando su boca.

- Al final del pasillo, te acompaño.

Juntos fuimos hasta el baño y ella entró cerrando la puerta por lo que yo iba a volver a mi cuarto pero antes de que pudiera hacer un paso más, escuche como Anahi lloraba en el baño y eso me alarmó. Toqué la puerta repetidas veces pero ella no respondía, sólo lloraba. Abrí la puerta despacio y me encontré a Anahi sentada en el piso llorando.

- ¿Que pasa amor? -pregunté asustado mientras le secaba las lágrimas y corría su pelo.

Ella negaba con su cabeza mientras lloraba e intentaba pararse, cuando estuvo de pie la abracé y la obligue a caminar conmigo hasta el living. Nos sentamos en el sillón y ella estuvo llorando en mis brazos por un par de minutos.

- Paulo, estoy embarazada. -susurró sin mirarme.

Sabía que no estaba bromeando porque había estado llorando en mis brazos y estaba muy triste. Lo único que pude hacer fue abrazarla otra vez y dejarle muchos besos en su coronilla.

Quería llorar por haberle hecho eso a Anahi, por haberme ido y haberla dejado embarazada. Por haberla engañado siendo que la amaba e iba a ser el padre de su hijo.

Dejé que un par de lágrimas se escaparan de mis ojos y ella se alejó de mi pecho para consolarme, pensando que estaba angustiado por la noticia.

- Te amo Paulo. Fue algo que no esperábamos pero pasó y no me arrepiento, quiero tener este bebé aunque vos quizás no lo quieras.

- ¿Que decís? Yo quiero estar con vos y ese bebé toda mi vida, no voy a dejarte. -le respondí mientras acariciaba sus brazos.

Ella me sonrió feliz al escuchar que yo no tenía pensado alejarme y nos quedamos abrazados en el sillón hasta que ella se quedó dormida en mis brazos como en los viejos tiempos.


"Mi Gloria" Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora