veintisiete

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Punto de vista Anahi
Diciembre del 2012
Turín, Italia

Después de unas cuantas horas de viaje por fin habíamos llegado a Italia y ya nos encontrábamos en casa de Paulo, recostados en el sillón como  solíamos hacerlo en los viejos tiempos.

Estábamos hablando del nene que nos molestaba en el avión cuando el timbre de la casa sonó y Paulo se levantó del sillón para ir a atender. Por la voz pude darme cuenta de que era Alicia así que también me levanté para recibirla.

Mi suegra apenas me vio se acercó sonriendo y me saludo con mucho cariño para después quedarse observando mi abultada panza mientras me preguntaba como iba todo.

- ¿Ya saben el sexo del bebé?

- ¡Varón! -respondió Paulo contento y eso hizo reír a su mamá.

- Me alegro de que todo esté bien, los amo mucho a los tres.

No podía creer lo cariñosa que era Alicia con nosotros, nos apoyaba en absolutamente todo y jamás nos juzgó por lo de mi embarazo. Estuvo apoyándonos desde el día que se enteró y se merece lo mejor del mundo.

Invitamos a Alicia a comer algo al mediodía y ella contenta se quedó con nosotros hasta que se hicieron las cuatro de la tarde pasadas, se despidió de nosotros porque tenía unos asuntos que resolver.

Quedamos solos con Paulo y nos aburriamos un poco, estábamos demasiado cansados como para salir a caminar o tomar algo.

- Ana.. ¿Vos crees que voy a ser un buen padre? -preguntó de la nada Paulo, sorprendiendome.

- Obvio que si, sos un papá baboso desde ahora no más.

- ¿Y eso está bien?

- Si amor, tranquilo.

Él me agarró la mano para jugar con mis dedos y se apoyó en mi hombro para a los minutos quedarse dormido en el mismo. Nos quedamos así hasta que mi hombro comenzó a entumecerse y tuve que despertarlo para que durmiera en la cama.

Como pudo se levantó del sillón y se fue al cuarto, dejándome sola en el living. Yo también iría a recostarme un rato, pero antes decidí limpiar los platos y demás cosas que se habían ensuciado en el almuerzo.

Estuve varios minutos en la cocina lavando todo y cuando por fin termine, me recoste en la cama con Paulo, apoyandome en su pecho mientras él medio dormido me abrazaba por la cintura.

****

- ¡Anahi Florencia Paz! ¡Veni ya para acá! -gritó Paulo desde el baño mientras yo reía en la cocina.

- ¡Nooo!

Paulo se estaba bañando y yo para molestarlo había abierto la canilla de la cocina, provocando que en la ducha el agua saliera hirviendo y él terminará quemandose toda la espalda. El grito que había pegado el pobre me había preocupado un poco pero después no podía dejar de reír.

Comía una banana en la cocina mientras escuchaba como Paulo se quejaba desde el baño y de repente se quedó callado, por lo que supuse que ya se le había pasado el ardor.

Me di cuenta de que supuse mal cuando Paulo me sorprendió en la cocina, abrazandome por detrás y haciéndome cosquillas. A causa de esto casi me atraganto con la banana pero lo que vi después si me hizo atragantar.

Paulo estaba desnudo frente a mis ojos con una sonrisa pícara en su cara y no quise mirarlo de la cintura para abajo porque se le veía todo realmente.

- Que golosa que sos ¿no querés otra banana?

- Pauloooo -respondí sin evitar reír y él se acercó para besarme pero yo me aleje porque tenía la boca llena.

- ¿No era que me extrañabas? -preguntó haciendo puchero.

- Paulo, no podes dar ternura haciendo puchero si estás desnudo en la cocina y encima me decís golosa.

No obtuve ninguna respuesta por parte de Paulo, él comenzó a irse de la cocina y cuando tire la cáscara de la banana, volvió a la cocina para  levantarme del piso colgandome en su hombro mientras me llevaba hasta el baño.

- Que culito mi amor. -dije haciéndome la chistosa mientras podía verle el culo en todo su esplendor.

- Hacete la graciosa, ahora vas a ver.

No me dejó ni preguntarle que era lo que planeaba hacer porque se metió al baño y me bajo en la ducha, abriendo la lluvia de la misma y mojandome completamente. Me había mojado toda la ropa y las zapatillas.

Él reía mientras abría más el agua y yo lloriqueaba por lo molesta que era la ropa mojada. No iba a dejar que él sólo se riera, así que lo metí a la ducha también y él se mojó aunque estaba desnudo.

Me agarró de la cintura para besarme y poco a poco me fue empujando hasta hacerme chocar con la pared. Acarició mis mejillas delicadamente mientras me besaba y cuando nos separamos, apoyó su frente con la mía, sonriendome.

- No puedo amarte tanto, sos la mujer de mi vida. -murmuró a unos centímetros de mis labios.

- No me digas eso que me vas a hacer llorar, estoy muy sensible. Te amo, te amo, te amo. -respondí con lágrimas en los ojos y él se rió.

Cada momento a su lado era mágico. Estábamos en la ducha, él desnudo y yo con la ropa mojada, besandonos y demostrando que el amor siempre va a ser más fuerte que cualquier tentación.


"Mi Gloria" Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora