Capítulo 28 | Primer día en el campamento

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A Christopher y a mí se nos fue asignada la tarea de verificar la asistencia de los estudiantes cuyos padres habían firmado la autorización para el viaje escolar, conforme iban subiendo a los autobuses. A su vez, debíamos asegurarnos de confiscar cualquier tipo de dispositivo electrónico como celulares, computadoras portátiles y consolas de videojuegos, además de marcar las maletas con una etiqueta de identificación para luego entregarlas a los chicos del equipo de fútbol, quienes eran los encargados de colocarlas en los compartimentos de equipaje.

—Por cierto —comentó Christopher, atando una etiqueta con el nombre de una chica en una maleta color mostaza—. Sé que ahora mismo no estoy en posición para pedirte favores, pero... —suspiró al tiempo que lanzaba la maleta a Ethan y a Gilbert—. ¿Crees que puedas fingir que aún estamos juntos en la cena con mis padres?

—¿Aún no les has dicho que ya no estamos juntos? —inquirí de forma distraída, verificando la autorización firmada de un grupo de chicos antes de dejarlos subir al segundo autobús—. ¿Y a qué cena te refieres?

Lo vi ignorar el gesto obsceno que le hizo Gilbert cuando este no logró atrapar la maleta a tiempo.

—A la que organizó tu padre con los míos el lunes, en el West House.

Me llevó alrededor de quince segundos digerir sus palabras.

—¿Mi padre? —repetí con un tono incrédulo, volviéndome hacia él para cerciorarme de que no estuviera tomándome el pelo—. ¿Quieres decir que mi padre va a estar en Seattle el lunes y va a ir a cenar con tus padres?

—Sí, ¿no lo sabías? Creí que ya te lo había dicho, porque él... —se quedó callado al ver la expresión en mi rostro—. Mierda, supongo planeaba darte una sorpresa o algo así y yo acabo de meter la pata, ¿no?

Sonreí y meneé la cabeza.

—No pasa nada, está bien. —Me había olvidado de revisar el teléfono de su oficina. Lo más probable es que me hubiese dejado un mensaje en la contestadora con Francis, su asistente. Dudaba mucho que se tratara de una sorpresa de su parte—. Pero, ¿por qué necesitas que finja que aún estamos juntos frente a tus padres?

Agarró otra maleta del montón y comenzó a atarle una nueva etiqueta de identificación.

—Si descubren que te enga... —tosió y se aclaró la garganta, negándose a pronunciar esa palabra en voz alta—. Si descubren lo que te hice, estoy seguro de que me desheredarán y me eliminarán del árbol familiar.

Me eché a reír.

—Vamos, estás exagerando.

—No, estoy hablando en serio. Mi madre te adora, incluso supe de mi abuela ha estado planeando nuestra boda en secreto, lo cual es aterrador. Y mi padre... bueno, él adora los negocios que tiene con el tuyo.

—Sí, pero el que tú me hayas engañado —enfaticé con una sonrisita, confiscando el celular de una chica—. No quiere decir que yo vaya a hablar con mi padre para pedirle que rompa los negocios que tiene con el tuyo.

—Lo sé, pero...

—¡Joder, Gray, deja de lanzar tantas putas maletas! —exclamó Gilbert, amigo de Christopher y miembro del equipo de fútbol—. ¿No ves que ya no hay más espacio? ¿Dónde quieres que las ponga? ¿En el culo de Ethan?

Ethan, que intentaba cerrar la puertecilla del compartimento de equipaje a la fuerza, dio un respingo.

—¿Por qué en mi culo y no en el tuyo?

Gilbert rodó los ojos y le dio una patada al autobús.

—¡Ven y danos una puta mano! —insistió.

Fingiendo Amor  © Nueva Versión +18 (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora