Era una niña con ojos de luna y cabello color media noche, tez de alba, estrellas se derramaban por su espalda.
Observaba su representación celeste absorta en sus pensamientos, pensaba en aquel día en que descendió por aquella larguísima escalera; aunque decir día sería incorrecto... en realidad habían sido siete puestas de Sol las que había presenciado durante su descenso.
Sus manos desnudas y pies descalzos habían quedado llenos de llagas... pensaba mientras bajaba la vista.
A su derecha se encontraba el mar; a su izquierda el desierto, y justo frente a ella un espejo nebuloso de oro y obsidiana. Se dirigió a su derecha, despojándose de sus ligeras vestiduras. Meneando con suave ritmo las caderas recorrió el borde del agua, miró su reflejo sin reconocerse y se zambulló sin pensar.
Aguantaba la respiración, disfrutando del leve ardor que le causaba la sal en las heridas; por fin salió a tomar aire.
Salió del agua y sin vestirse de nuevo caminó hacia el desierto, trazando estelas con sus pies en la arena aún tibia, llegó a un punto en el cual ya no podía ver el mar ni el espejo y se recostó... mezclando las estrellas de su espalda con la arena; cerró los ojos, solo disfrutando de su respiración.
Algunos segundos u horas después un gran estruendo la despertó; corrió hacia el espejo, mientras sus pies se volvía a llenar de llagas, pasó lo que más temía.
El monstruo estaba libre de nuevo.
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Retazos de existencia
Short StoryCuentos cortos con distintas temáticas. De todo un poco. Intenta evocar realismo mágico clásico.