No le dije a Ann lo de la hospitalización. Escondí los resultados de los exámenes y oculté todo lo que me ocurría lo mejor que pude. Mentirle deliberadamente me hacía sentir el ser más miserable de todos, pero creía que era lo que debía hacer
Pasaron unos días y todo continuó con calma. O bueno, así parecía. En realidad, mientras pasaba más tiempo, más sentía cómo la vida se escapaba de mis dedos. Cada aliento lo veía como el último y empecé a pensar que era un milagro que todavía pudiera respirar.
Sin embargo, no permití que Ann notara lo mal que estaba. Sonreía y bromeaba como siempre, actuaba como el mismo Ashton que ella conocía.
Sabía que me quedaba poco tiempo, era como si mi corazón fuera un cronómetro que hacía la cuenta regresiva. Por ello, me apresuré a cumplir mis cometidos antes de que fuera demasiado tarde.
Lo único que quería era estar con Ann, hasta mi último día. Deseaba unir mi vida con la de ella para disfrutar esos instantes que me quedaban observando su rostro. Ya nada nos detenía. No había ningún muro entre nosotros que nos impidiera estar juntos, tal como habíamos querido desde un principio. Claramente, las cosas no habían sido fáciles, pero al final la vida nos recompensó permitiéndonos estar al lado del otro.
Era el hombre más afortunado de todos. Es decir, lo soy. Yo, una persona tan corriente y sencilla, tener la oportunidad de pasar la vida y muerte con esta chica tan maravillosa... Soy jodidamente afortunado.
Así me sentí cuando Ann me dijo que sí. Me sentí como el ser más dichoso que estaba pisando este planeta, quería llorar y gritarle al cielo lo agradecido que estaba. No obstante, lo único que hice fue estrechar entre mis brazos a la mujer que amaba y susurrarle al oído miles de gracias.
Cuando le propuse matrimonio a Ann, lo único que pensaba era que quería reforzar nuestra unión con ese gran paso. Pero también meditaba en el futuro. En el futuro que tendría Ann sin mí. No quería que se viera en aprietos, quería ayudarla de alguna manera. Por tal motivo, sin que ella se diera cuenta, dejé escrito en el testamento que todas mis pertenencias y dinero quedara en sus manos.
Lo hice a sus espaldas, sin que se percatara de nada. Actué de la manera más sigilosa posible, intentando no preocupar a Ann.
Pero fui descuidado en un momento y eso fue lo que desató el problema final.
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Palabras manchadas de recuerdos (VATL #2)
Short StoryAshton Pierce ha muerto. Se ha ido. Pero no sus pensamientos. Una libreta con sus memorias es encontrada después de dos años de haber fallecido. Allí Ashton describe cada uno de los momentos vividos con la persona que consideró el amor de su vida. ...