Flaky.

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—Paso —Oliver bajó su baraja.

La casa estaba llena de silencio, a excepción de las cortas palabras para comunicarse que cada miembro decía, pues todos estaban concentrados.

Paul rascaba su frente y contaba las fichas que le quedaban; Contaba las fichas que le quedaban y rascaba su frente.
Richard pasaba su dedo por su nariz y movía constantemente el cigarro entre sus labios, más que nada como algo que expresaba el movimiento de los engranes dentro de su cabeza.
Christoph y Till se reían por lo bajo de estos dos, acomodando sus cartas, mientras que Flake bebía de su taza de café, apartado de todos y pensando en otras cosas.

—Chicos...—llamó Christian. Por fin hablaba luego de todo el rato en silencio —. ¿No creen que son un mal ejemplo para...?—tosió evitando nombrar y señalando con la cabeza.

Richard le dio un golpecito a su cigarro sobre el cenicero.

—No le damos ningún mal ejem...

—¡Tengo tres de las A! —gritó emocionada una pequeña que apenas se distinguía sentada entre los gigantescos miembros de la banda —. Vacíen sus carteras.

—¡Pero cómo es posible!
—¡¿Otra vez?! —se molestaron Till y Christoph, pasándole diez billetes a la de 7 años.

—Si ni siquiera sabe a lo que jugamos —suspiró Oliver perdiendo por quinta vez consecutiva contra su sobrina. O al menos así la consideraban.

—¿Ve a pescar? —respondió inocente.

—¿Tú crees? —retomó Flake sarcástico a Richard —. Miren, no creo que sea buena idea que mi hija se quede aquí —dijo serio y ___ juntó sus cejas confundida.

—¿Uhm? ¿Por qué no? Si es adorable —Christoph ignoró la seriedad de su comentario y revolvió el cabello de la pequeña, quien a penas y podía la baraja con sus manitas y que ya tenía demasiadas fichas de su lado.

—¿Por qué te preocupa tanto?

—Richard, ¿no ves que el señor está molesto porque su hija juega mejor que él? —se mofó Till, a lo que todos rieron. Menos el aludido.

—Justamente eso me preocupa. No se supone que una niña de 7 años sea buena en el poker, ¡ni siquiera se supone que lo sepa jugar!

Hubo un corto silencio.

—Bueno, pues eso quiere decir que es lista. ¿No? —razonó Paul de manera boba pero adorable.

Christian sobó el puente de su nariz.

—Me voy por un tiempo y mi hija ya tiene mañas... me quitarán la custodia.

—Tranquilo hombre. No es como si le enseñáramos cosas malas y que las hiciera —justificó Oliver, a lo que Till ahogó una carcajada.

Till buscaba la cadena de su pantalón por todas partes. Al no encontrarla, abrió la puerta del cuarto de ___ para preguntarle. Sólo que...

¡Rein, raus! ¡Rein, raus! ¡Tiefer! —gritaba su sobrina saltando como loca sobre la cama, con dicha cadena colgando de su pijama de conejitos.

Till salió lentamente.

—¡Till! —chasqueó los dedos en su cara —. ¿Verdad que no?

—¡Ah! No, no.

—Papi, ¿me voy con mamá de nuevo? —preguntó asustada la pequeña. Los demás hicieron una mueca.

—Para nada niña, te quedas conmigo. Vamos ya debes dormirte —la tomó en brazos cuidadosamente.

—¡Pero si aún no apostábamos! —reclamó Richard con los brazos alzados en protesta.

Ohne-Shorts (Rammstein)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora