Tillchen.

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Aclaración: Hallo hallo es la versión demo de Das Alte Leid, la cual fue mejorada (mínimamente).

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—De ninguna manera. No.

Crucé los brazos y volteé la cabeza.

Son las 2 de la tarde, lo cual significa que llevamos alrededor de una hora y media discutiendo el mismo tema. Herzeleid, un nombre que para ellos significa mucho y que para mí, representa tan sólo un dolor de cabeza. O al menos una de sus canciones.

Al ser el primer álbum es más que obvio que los chicos se vean emocionados y como si la luz del sol sólo brillase para ellos, mostrando al mundo su existencia. Sin embargo esto de los detalles me está mareando de sobremanera, más aún siendo la corista-llámese mánager-compositora. Así es, Till se encarga de la parte lírica y yo manejo lo musical, de manera que siempre recibo «sugerencias» —las cuales nunca pedí —tales como:
«Karen, hay que poner...», «Karen, hay que quitar...», «Karen, es demasiado...», «Karen, le falta...», «¡Karen, la bebé no se duerme!»... Ah, cierto. Ése era mi esposo.

A mi parecer y entre los chicos, Till era quien más presión cargaba sobre sus hombros puesto que no ha de ser tan sencillo llevar tu primer lanzamiento al éxito con un conjunto de compañeros desquiciados y una esposa algo demandante que acaba de tener a su bebé.
Sí, somos padres. Yay...

No me mal entiendan. Adoramos a nuestra pequeña, es sólo que la bebé puede poner las cosas algo tensas en la casa y más con la cuestión tratante toda esta semana, pero que exclusivamente y como les venía diciendo, se venía discutiendo a fondo durante una hora y media.

—Sólo será un momento Karen, te lo prometemos. —aseguró Christoph.

—Sí. No es como si la fuéramos a secuestrar, de hecho no comprendo el problema, sólo tomen a la bebé —alzó los brazos como si de protesta se tratara.

—Es mi hija de la que hablas, calvo —recordó Till con pesadez a Oliver, dirigiendo de nuevo su mirada hacia mí —. Sólo un minuto, amor.

—¿Cuántas veces debo decir en este día que no? —tallé mi sien y moví levemente la carriola de mi pequeña para asegurarme de que siguiera dormida, a pesar de el poco silencio que guardaban estos brutos.

—Karen, nos encanta tu trabajo — Christian se acercó un poco más, adulando. Conozco esa técnica. Como si no lo hubiera visto usarla antes —. De verdad. Personalmente creo que eres bastante creativa a la hora de plasmar.

Estaba segura de que esto era parte de su intento por convencerme. Además de que Till no atacaba lleno de achares por mi cercanía con otro hombre, como era habitual, lo cual confirmaba que esto incluía su plan de persuasión.
Aún así, me divertía ver como Lindemann tenía que tragarse sus celos.

—Es por eso —retomó —que queremos darle ese plus. No dañará a nadie y mucho menos a la niña, ¿verdad Till? ¡Inclusive él está de acuerdo!

Till era el más entusiasmado por la idea y por lo mismo se mantenía atento a lo que yo dijera.
Digamos que creían que sería maravilloso añadirle el toque final a una canción, y qué cosa más «genial» que ese detalle involucrara a mi hija dentro de la grabación. Han de preguntarse de qué se trataba y más porque, siendo corista y miembro de la banda, no debería oponerme, pero venga que grabar su llanto era demasiado. ¿Cómo iba yo a hacerla llorar por mero capricho? Pero más importante, ¡cómo su papá lo permitiría!

—Es que no entiendo. Hallo hallo ya es buena, ¿para qué añadir más? ¿O para qué insertar eso?

—¿No es obvio? Bebé, llanto, das alte leid. Ya lo habíamos hablado.

Ohne-Shorts (Rammstein)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora