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El Comisario Salgado junto a sus hombres comenzó a investigar el lugar, ese desordenado galpón donde Martín me había mantenido secuestrada por largo tiempo, pero no nos encontró.
Habían llegado demasiado tarde, el lugar estaba abandonado, todo patas para arriba y por ende no encontraron ninguna pista o clave que los condujera adonde me llevaría Lafontaine.
Mientras tanto, nosotros estábamos viajando en la camioneta y yo sentía el vaivén del ir y venir del vehículo.
Me sentía intranquila e incómoda viajando en la parte de atrás del vehículo, a pesar de ir relativamente comfortable en un colchón y con comida que me dejó Martín para el trayecto.
Instintivamente cada vez que saltábamos en especial cuando sentía el bamboleo del pick up, me tomaba mi barriguita y la acariciaba tratando de calmarme a mi y al bebé, manteniéndonos tranquilos ante los movimientos bruscos que hacía al doblar o al virar en cada ruta del viaje.
Debo reconocerlo, me dejó pequeños orificios para respirar en el plástico negro, pero ninguno tan grande como para disfrutar del paisaje.
Fue un viaje extraño, lleno de baches y escollos que Martín tuvo que sortear, mientras yo en la obscuridad del lugar le cantaba canciones de cuna a mi bebé.
"Una cuncuna amarilla debajo de un hongo vivía, ahí en medio de una rama tenía escondida su cama.
Comía pedazos de hojas, tomaba el sol en las copas, le gustaba subir a mirar a los bichitos que pueden volar.
¿Por qué no seré como ellos? preguntaba mirando a los cielos ¿Por qué me tendré que arrastrar si yo lo que quiero es volar?
Un día le pasó algo raro sentía su cuerpo hinchado no tuvo ganas de salir, solo quería dormir.
Se puso camisa de seda se escondió en una gran higuera, todo el invierno durmió y con alas se despertó.
Ahora ya puedo volar como ese lindo zorzal, mariposa yo soy con mis alitas yo me voy".
Después decidí cantarle otras de Mazapán y varias canciones infantiles, tal cómo lo hacía mi mamá para que me durmiera.
"Un día unos niños jugaban en el jardín con un caracolito llamado Agustín. Y los niños le preguntan '¿Caracol a quién tu buscas?' 'Busco al agua, busco al sol y a los niños con amor'. Un día unos niños jugaban en el jardín con un caracolito llamado Agustín y los niños le cantaban 'Caracol, caracolito que caminas despacito tus cachitos saca al sol' Agustín el Caracol sus cachitos les mostró, un dibujo les pintó y una ronda resultó. Un día unos niños jugaban en el jardín con un caracolito llamado Agustín".
"Desgranaba doña Berta los porotitos de la huerta, como era viejita y poco oía no oyó una voz que le decía 'No quiero cocerme, no quiero aliñarme, la mazamorra me da calambre, yo quiero tierra, yo quiero sol, quiero crecer y ser gran coscorrón'.
Era la voz de un poritito que de sus manos pegó un saltito, se escondió en una esquina y lo pilló doña gallina.
'No quiero cocerme, no quiero aliñarme, la mazamorra me da calambre, yo quiero tierra, yo quiero sol, quiero crecer y ser gran coscorrón'.
La gallina al patio salió vino el perro y le ladró, la gallina abrió su piquito y el coscorrón se metió en un hoyito.
'No quiero cocerme, no quiero aliñarme, la mazamorra me da calambre, yo quiero tierra, yo
quiero sol, quiero crecer y ser gran coscorrón'.
Vino la lluvia, vino el sol y el porotito germinó, Doña Berta miró esa maleza no la sacó se hizo la lesa.
'No quiero cocerme, no quiero aliñarme, la mazamorra me da calambre, yo quiero tierra, yo quiero sol, quiero crecer y ssr gran coscorrón'.
El verano ha llegado y grande es la planta de granado, va Doña Berta por el sendero y grita poroto, pan y puchero.
'No quiero cocerme, no quiero aliñarme, la mazamorra me da calambre, yo quiero tierra, yo quiero sol, quiero crecer y ser gran coscorrón'. 'Yo tenía la razón' se decía el coscorrón 'produje una mata por ser saltarín' y esta historia llega a su fin.
'No quiero cocerme, no quiero aliñarme, la mazamorra me da calambre, yo quiero tierra, yo quiero sol, quiero crecer y ser gran coscorrón' 'No quiero cocerme, no quiero aliñarme, la mazamorra me da calambre, yo quiero tierra, yo quiero sol, quiero crecer y ser gran coscorrón'".
Y así seguí cantando harto rato, hasta que me comencé a quedar dormida de forma fetal abrazada a mi pancita y escuchando los latidos del corazón de mi bebito.
Mientras tanto Martín seguía manejando, tratando de hacer saltar la camioneta lo menos posible y escuchando música para no quedarse dormido, ya que faltaban varias horas para llegar a Coyhaique y probablemente llegaríamos al amanecer del siguiente día.
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Atada
Mystery / ThrillerIba pensando en mi futura entrevista con Martín Lafontaine y en lo puntual que debía ser para no causar una mala impresión, en especial en el mundo del diseño y del modelaje. Una buena impresión debía...