Martín Escapando Conmigo del BICRIM de la PDI

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Desperté del desmayo con recuerdos vagos, el cuerpo entumecido y adolorido porque Martín me dislocó el hueso de la  escápula derecha (se encuentra detrás de la espalda en la zona superior debajo de otro hueso llamado clavícula. Se posiciona debajo del cuello y está detrás de donde se encuentra el inicio del brazo) cuando me empujó anteriormente.

Martín me vistió para fugarnos del BICRIM (Brigada Criminalística) y la PDI (Policía De Investigaciones), me tenía relativamente lista, ya que se había preocupado de ponerme ropa ligera con un top y shorts, calcetines y zapatillas, pero sin ropa interior, sí debo admitirlo sentí dolor en mi cuerpo cuando me vestía y de seguro gemí, pero no lo recuerdo.

Lo único que pasó por mi mente fueron las últimas palabras de Lafontaine que retumbaban en mis oídos.

¡¡NOS IRÉMOS MAÑANA MISMO, YA ESTÁ DECIDIDO. NO VOLVERÁS A VER A TU FAMILIA NUNCA, NUNCA MÁS!!".

¡¡Oh Dios mío, no me imagino la vida sin mi familia pero, si me lleva a otra parte y me esconde no podré evitarlo!!

Tendré que aprender a vivir sola alejada de ellos para siempre, acompañada solamente de mi o mis bebés y ese loco de su padre.

Será como vivir en una pesadilla hecha realidad, sin nadie a quien acudir, atada sin ningún amigo en quién confiar o a quién acudir en los momentos de angustia.

Pensaba en eso, cuando una voz me sacó de mis meditaciones. ¿Adivinan de quién era la voz?....sí, exactamente era la de Martín.

"Ya tengo casi todo guardado en la camioneta, todo lo indespensable para que podamos vivir una vida relativamente tranquila. Le pedí a mi amigo Julián Russeau su cabaña en Coyhaique , que está muy alejada de la ciudad y me la prestó por un buen tiempo, porque le dije que me iría con mi polola o novia de paseo lejos de Santiago. Le conté que fue algo repentino, que llevábamos un tiempo juntos, que tu estabas embarazada y queríamos alejarnos del mundanal ruído; se alegró nos felicitó a ambos y dijo que me la prestaba. Le mandé una foto tuya, dijo que eras muy hermosa, también su esposa Mabel comentó que tus ojos café caramelo y tu pelo castaño claro te sentaban muy bien porque se notaba que tu cabello era natural y que les encantaría conocerte."

Yo lo miré desconcertada, con que cara tenía la desfachatez de mentirle a sus amigos para alejarme de todo y mantenerme prisionera.

Hipócrita, pero no podía decirle nada, sino trataría de matarme, solo puse cara de dolor y traté de sonreir.

"¡Qué buenos son tus amigos!" Le dije, porque me tenía sin la mordaza.

"¡¡Cierto que sí!! ¿Pero qué te pasa? ¿Porqué tienes esa cara extraña?" Me preguntó algo preocupado.

"No me siento bien, esto del embarazo me tiene con muchas nauseas, además me duele mucho mi escápula debido a que anteriormente me la dislocaste".

"Lo siento perdona, pero sé componer dislocaciones volviéndolas a su lugar. ¿Quieres que lo haga?" Me preguntó, ofreciendo su ayuda.

"Bueno, si quieres" Le dije sin mucho ánimo y un poco nerviosa, pensando en el dolor que vendría posteriormente.

"Te pondré este palo para que lo muerdas, y te prometo hacerlo lo más rápido posible para que no sientas dolor". Me dijo serio, asegurándome que sabía lo que hacía.

Me puso el palo en la boca para que lo mordiera, se acercó a mí, primero me desató solamente la parte de los brazos, luego se acercó  a mi brazo derecho directo al omoplato, hizo unos movimientos rápidos, pero delicados poniendo finalmente el hueso en su lugar.

Posteriormente me puso una venda en la parte afectada me dio un paracetamol en una dosis pequeña y regulada para el dolor y por ende que no dañara a mi bebé, me dio el remedio con un vaso de agua y me lo tomé.

Terminó de echar algunas cosas que faltaban y cuando finalizó me fue a buscar.

"Solo faltas tú el paquete más amado y preciado que tiene a mi bebé en su interior, ¡¡No dimensionas siquiera cuanto te amo mi Almendra querida, me haces el hombre más feliz del mundo!!".

Me besó descontroladamente con lengua y todo, me tomó en sus brazos, me llevó tranquilamente a la camioneta, me depositó  suavemente en el pick up sobre un colchón, me puso la manta celeste y cubrió todo con un plástico o nylon negro.

Todo estaba listo para nuestro viaje a Coyhaique, estaría lejos de mi familia, sola con frío a lo mejor, con mi bebé en la panza y el loco de Martín, que siempre trataba de demostrar con gestos pequeños lo mucho que me amaba y lo obsesionado que estaba conmigo.

El psicópata me lanzó un beso, se metió a la camioneta que era de marca Chevrolet patente XZ 9852 de una cabina y comenzó a manejar con rumbo al sur en un viaje frenético hacia la cabaña, la salvación de Martín y mi cárcel, la prisión a la que estaba condenada al mismo tiempo.

Alrededor de unos 20 minutos a media hora, apareció el Comisario Salgado con sus hombres en la ex- guarida de Martín siguiendo nuestros pasos, pero habían llegado demasiado tarde al lugar, ya que Lafontaine les llevaba harto camino de ventaja.

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