La mayor parte de los hombres viven en la persuasión de que son las creaciones más perfectas de la naturaleza, que son el tipo más acabado del hombre, y que los demás son mejores o peores, a proporción que son más o menos hechos a semejanza suya: si no tenéis sus defectos o participáis de sus ridiculeces o de sus vicios, os creen imperfecto, si poseéis talentos, o ingenio superior a los suyos, os consideran como afligidos por alguna superfluidad, tal como por una giba o por una cojera.
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Donde no se agrada, no puede uno mostrarse amable; porque la tortura del alma refluye en la imaginación.
La estimación de los demás nos halaga, pero la nuestra nos hace dichosos.
Considera en tu corazón como si te hubiera sido hecho el bien que te hayan querido hacer.
Suele carecerse de fuerzas para compadecer a aquellos a quienes no ha instruido la desgracia.