Cuatro

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—Entra —indicó Ben, abriendo la puerta para que Mal pudiera ver la sorpresa de la que le había hablado minutos antes.

Mal entró dudosa a la habitación de ambos, un poco extrañada por tanto misterio. En cuanto notó qué había, de nuevo se cubrió la boca, sintiendo un cosquilleo en el estómago por la emoción. Una cuna blanca con detalles en dorado estaba situada junto a su cama.

—Ben, ¿de dónde sacaste esto? —cuestionó acercándose y observándola con una sonrisa, sosteniéndose de las barandas.

 —Obsequio de mis padres. Nos dejaron lavando la vajilla mientras ellos venían a dejarla aquí. , y tú que te quejabas —acusó desde el marco de la puerta con una expresión divertida en su rostro.

—Es linda.

—Sé que ahí no queda muy bien, pero si movemos el tocador de ahí —dijo él entrando y señalando el mueble—, podríamos moverla junto a esos cuadros. Luego podríamos poner una cajonera junto a la ventana...

—¡Y ahí cambiar al bebé! —completó Mal, entusiasmada. En seguida su expresión cambió a una de desagrado—. Digo, no me emociona la idea de cambiar pañales usados, pero quedaría muy bien ahí.

Ben rió. Solo con esa mueca supo que él sería quien se encargaría de las tareas sucias. 

—Con todos estos planes lo único que deseo es que este engendro salga de mi cuerpo ahora mismo —bromeó la hija de Maléfica.

—¿Podrías ser un poco más tierna?

—Quiero que este lindo y hermoso engendro...

—Déjalo así Mal —interrumpió el Rey entre risas. La chica de la Isla seguía sin demostrar su lado sensible muchas veces, cosa que no le molestaba a Ben en lo absoluto—. También podríamos comprar un pequeño ropero y ponerlo ahí —sugirió Ben, señalando a una esquina.

—Estaría lleno con toda la ropa que Evie está diseñando  —recordó Mal curvando los labios, aunque a los pocos segundos la sonrisa se desvaneció—. Hablando de Evie...

—¿Qué pasa con ella?

—¿No la has notado un poco extraña? —indagó la chica de pelo morado, buscando una respuesta en los ojos color miel de su esposo. El comportamiento de su mejor amiga la estaba preocupando cada vez más.

—La verdad no he hablado mucho con ella. ¿Por qué?

—No sé. Está un poco emocionada con lo de nosotros, ¿no crees?

—¿Un poco? ¿Cuántos diseños de trajes y vestidos para bebé tiene en su  libreta? ¿cuántas recetas de papilla te ha dado?

—¡De eso hablo! —subrayó Mal, no entendiendo por qué le había causado gracia, pues a Ben se le había escapado una risita—.  Pero cuando toco el tema de ella y Doug... Le da la vuelta y termina hablándome de otra cosa.

—Si tuviera algún problema ya te lo hubiera dicho —la tranquilizó Ben, esperando que entendiera el punto, pues los años habían pasado sin deteriorar ni un poco su amistad o confianza—.  Hoy después de la junta vendrá a mi oficina, trataré de preguntarle qué ocurre.

—¿Me lo prometes?

—Te lo prometo. 


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Inside you | DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora