Seis

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Evie salió de la oficina huyendo de la pregunta de Ben, arrepintiéndose inmediatamente de su reacción: dudaba que con sus conductas el secreto que había guardado las últimas dos semanas se mantuviera sin salir a la luz. En cuanto cerró la puerta, colocó su frente contra ésta en un intento de tranquilizarse.

—¿Evie? ¿Qué haces oliendo la puerta?

—M  —contestó, sobresaltándose—. ¿Tú qué haces aquí tan tarde?

Uhm. Digamos que destrocé el foco de la habitación y debo encontrar otro antes de que Ben se de cuenta.

—Tal para cual —dijo Evie entre dientes, recordando el regalo.

—¿Qué dijiste? 

—Nada. Mal, ¿tienes que hacer algo justo ahora? —preguntó Evie girando frente a ella, con un volumen tan bajo en su voz que parecía no querer ser escuchada.

—¿Ahora? Dormir. Mañana debo levantarme temprano, ¿por qué?

—No, no es nada importante —mintió la chica de cabello azul, con una sonrisa visiblemente forzada y sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas—. Te contaré otro día.

—¡No! Dime qué te pasa —demandó Mal tomando cuidadosamente sus manos e intentando mirar a sus ojos marrones, cosa que se le estaba complicando ya que Evie parecía tener más interés en sus alrededores—. ¿Estás llorando? E, por favor. Me estás asustando, ¿qué pasó? Se trata de tu madre, de tu línea de ropa, ¿¡Doug?! —interrogó, haciendo énfasis en el último nombre sacudiendo sus manos.

—Sí —aceptó en un suspiro, gracias a la presión—.  Tal vez tenga que ver con lo último.

—¿Pelearon?

—No, en realidad no.

—¿Entonces?

—Lo haremos pronto —admitió, aún triste.

—¿Por qué estás tan segura? ¿Te hizo algo? —cuestionó Mal, al mismo tiempo que sus ojos se tornaban verde brillante—. Porque te juro que si el hijo de Tontín te lastimó, un día de estos le doy un mal golpe tan fuerte que.... ¡Lo dejo mudo como a su padre!

—¡No! Mal, tranquila. Él no me hizo nada, no tienes que convertirte en dragón —la detuvo, complacida por cómo la trataba de proteger—.  Hablaré con él y mañana te cuento que pasó, ¿de acuerdo?

—Si algo no sale bien no dudes en venir a mí —la reconfortó en un abrazo, sin tener en claro cuál era el problema—. Aun si son las tres de la mañana te abriré la puerta, no te preocupes.








Que Evie y Doug compartieran habitación en un principio era un sueño para ambos, pero los últimos días habían sido una pesadilla:  Evie trataba de llegar antes que él para dormir y así evitar charlar, o por el contrario, se la pasaba horas recorriendo el castillo examinando cada escultura, cuadro o banderín para hacer tiempo y así cuando llegara, encontrara a Doug dormido. 

 —¿Doug?

En ocasiones Evie pasaba por alto cuánto empeño ponía Doug en Evie 4 hearts. En cuanto entró notó que la computadora portátil estaba a nada de caerse de la cama, pues el hijo de Tontín se había quedado dormido organizando los próximos envíos. Con cuidado de no despertarlo, su novia quitó la computadora de la cama, y con sumo sigilo sus anteojos, dejándolos encima de su buró. Apagó la luz y se metió en la cama con él, esperando que el día siguiente pudiera decirle la verdad.



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Inside you | DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora