Parte cuatro

467 41 2
                                    

Casi no podía recordarlo.

Sólo tenía uno que otro recuerdo de un cuerpo sudoroso, de una liberación exquisita, y mientras pensaba en eso, sintió un terrible dolor en su cuello.

Trató de llevar una de sus manos a la zona que le provocaba dolor y se vio detenido por unas esposas en su muñeca, en ambas de ellas, incluso en sus tobillos,presionando fuerte, pero sin llegar a lastimar.

Comenzó a luchar con las pocas fuerzas que le quedaban, mientras el calor volvía a atormentarlo en una intensa ola y recordó todo lo de la noche anterior.

¿Cómo había caído tan bajo como para necesitar de la presencia de un alfa para saciarse, cuando había estado soportando tan bien esa indeseada presencia? Y ahora, además, él le tenía cautivo, ¿podía haber algo más bajo?

Su cuello. No podía ser. Soltó lágrimas de impotencia al verse marcado, al sentirse atado a otra persona para hiciera de él lo que deseará.

Sintió pasos lentos y controlados bajando por la escalera, dirigió su cansada vista a ellas viendo a Bum bajar con una bandeja con comida.

Sangwoo trató de alejarse y acurrucarse, gimiendo en el intento, tratando de ocultar su cuerpo desnudo al ver el brillo deseoso en los ojos del alfa. No le iba a ensuciar otra vez.

Bum se inclinó a su lado, calmándolo, sabía que Sangwoo no merecía ningún cuidado, ni una pizca de amor, pero a él se le hacía imposible no sentirlo, incluso un poco de compasión.

Traía otras cosas en la bandeja y comenzó a usarlas, como el paño húmedo que se encargó de pasar suavemente por el cuerpo del contrario, limpiando cada suciedad y rastro de lo dejado la noche anterior, el omega no podía evitar soltar exclamaciones de deseo sólo con el contacto de algo sobre su piel, además de la presencia de su alfa.

El pensamiento de todo lo que estaba pasando le revolvió el estómago y le hizo vomitar, ensuciando a ambos, Bum, sin inmutarse, tomó servilletas de papel en la bandeja y le quitó al chico los restos de vómito que dejó entre ellos, volviendo a pasar el paño en la zona sucia.

Bum le habló, diciéndole cuanto lamentaba su estado, pero que ya pasaría, él podía dar por cuenta propia aquella declaración, eran destinados, iba a detenerse en algún momento.

Además le dijo que serían la pareja perfecta y feliz, que le protegería de todo y que cuidaría su cuerpo como si ese fuese un templo, no le haría sentir más sufrimiento y para confirmarlo, tomó una pequeña jeringa de la bandeja y se la inyectó en el costado, le dijo que era un supresor, que había encontrado en uno de sus veladores mientras estuvo revisando la casa, y que pronto su cuerpo se calmaría.

Le enderezó y comenzó a servirle la sopa, mientras le decía como decoraría el nuevo hogar.

Se establecerían en el sótano, no sería tan difícil bajar algunas cosas para no tener que usar el piso superior, pasarían los días juntos, todos ellos, se le ocurrían ciertas de películas que podrían ver juntos, incluso le contó de llevar algunos juegos de mesa o un ordenador. No tendrían problemas de dinero, cuando Bum huyó de casa tomó bastante dinero de su familia.

Podrían vivir bien y para él no sería difícil conseguir un poco de dinero trabajando.

Serían la mejor familia del barrio.

Se invierten los papelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora