Carta a Angelina

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Hola abuela, creo que es la primera vez que te escribo una carta. Ayer tras un incidente con una anciana reviví tu espíritu por la noche. Hoy he dado el paso a escribirte estas palabras. La situación es la siguiente:

Adriana, la cual no has llegado a conocer, junto a mí esperábamos en una cafetería a que algunas personas dejaran una mesa libre para sentarnos y tomar algo. Tras diez minutos una familia, de los cuales tardó cinco minutos en ponerse los abrigos y dejar la mesa (no te estoy exagerando) por fin se marchó. Cuando nos disponíamos a sentarnos unas mujeres bastante mayores que estaban en la mesa de al lado se cambiaron a la mesa libre, supongo que por la comodidad que tiene pasar de unas sillas a un banco acolchado. La importancia aquí radica en que una de esas tres mujeres siguió en la mesa de cuatro en la que estaban previamente cuando le pregunté que si se iba a cambiar no me respondió y giró la cabeza con cara de amargada. Una de las restantes señoras dijo "prefiere sentarse sola". La situación me impactó y me indignó. Estábamos ocho o nueve personas esperando a tener sitio y las tres mujeres ocupaban dos mesas de cuatro personas de capacidad ¡Una locura! Sé que las matemáticas las dominas pese a los pocos estudios que tienes (al menos en los académicos porque en la vida podrías enseñarme mucho jejeje) así que podrás seguir el hilo argumental. Continuando la historia, la mujer siguió con su cara de amargada mirando hacia otro lado, desde el momento en que entramos a la cafetería no tenía nada de beber y tampoco daba muestras a volver a tomar nada. Finalmente tras otros cinco minutos hubo una mesa libre y ya pudimos sentarnos.

Como he dicho antes, te evoqué en mis recuerdos por la noche tras varias horas después del incidente. Tú también fruncías el ceño, girabas la cabeza hacia un lado y no hablabas cuando te enfadabas ¿Lo sigues haciendo? Je, ahora sé de quién lo ha heredado mi padre y a su vez quién lo ha heredado de éste. Eso es, te aseguro que mi hermano no ja,ja. Hace un año más cuatro meses desde que te fuiste, sin volver a verte en persona desde entonces (sí, he contado con los dedos de la mano esperando acertar). Estaba viendo antiguas fotos hasta que vi las tuyas, de cuando eras más joven hasta las últimas que te tomaron ¡Qué alegre salías en todas! Te echamos de menos, van a hacer dos años sin que estés en las navidades. Lo último que puedo decirte es que Nuria tuvo en septiembre una niña. Le han puesto Daniela, tiene unos ojos muy curiosos, es bastante tranquila. Te hubiera gustado tenerla en brazos.

Debería ir a verte pero te contaré un secreto que a nadie se lo he dicho antes: no me gustan los cementerios. La causa hay que buscarla en otro aspecto diferente al miedo que se puede tener en los camposantos o al hacer algo ilegal como colarse allí. Cuando era más joven y me dejaba influenciar por compañías un tanto curiosas nos colábamos algún día de invierno o verano, ya no recuerdo, por las noches al de nuestra ciudad. Nunca hicimos ningún destrozo y nada ilegal salvo colarlos y escuchar "black metal" y otros géneros que no entenderías. El motivo por el cual lo repudio son las fotografías de la gente que nunca conocí. Este punto tengo que aclararlo, las fotografías en sí carecen de valor, son a las personas que representan donde radica su valor. Siento pena al haber sido imposible conocer al abuelo Martín, por ejemplo. También se recuerda a quienes sí vivieron a tu lado en algún momento, produciéndome una congoja grande. 

Estoy pensando en cómo despedirme. Únicamente se meocurre decir: te volveré a escribir. Toda la carta sonriendo, llega el últimomomento...ahora tengo ganas de llorar.    

Cartas a un lector desinteresadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora