Buenos días princesa ¿cómo estás? Espero que cada día te encuentres mejor. Quería enviarte esta carta para felicitarte por tu cumpleaños y porque no me atrevo a decirte en persona tantas cosas. Soy un zorro impaciente y asustado.
No sé muy bien por dónde empezar, todos los días pienso y me acuerdo de ti ¿es eso amor o acaso lo estoy confundiendo con obsesión? Hace algunas semanas me enteré que estás conociendo a alguien o qué se yo. Tendré que aceptar definitivamente que nunca estaremos juntos como pareja. Muchas veces me pregunto si llegará el día en que podamos ser amigos, que pueda verte, conversar contigo sin sentirme mal. Cuando te veo siento mucho dolor. No es culpa tuya, ni mía, es un problema de aceptación que tengo y arduo es su logro. Hubo unos meses que yo también intenté conocer a alguien por las redes sociales y no encontré a esa persona. Pensaba que era lo que necesitaba para superar todo esto pero me equivocaba así que desistí. No puedo estar con nadie hasta que yo no me encuentre bien conmigo mismo. Te deseo de todo corazón que cada día estés más en paz contigo mismo al igual que yo también quiero eso para mí. Seguramente me saques mucha ventaja. En ocasiones también me pregunto si quiero que seas mi amiga. Ambas respuestas las desconozco.
Quiero agradecerte los buenos y malos momentos que pasamos juntos. He aprendido algo de ello aunque me queda mucho camino por recorrer. Cuando haya afrontado y alcanzado la calma te llamaré, quedaremos, charlaremos, sonreiré, mostrarás tu bella sonrisa y esos ojos tan hermosos que tienes. Entonces podré darte un abrazo y un beso en la mejilla, sin que exista el dolor. Hasta entonces pido que ambos tengamos paciencia hasta que llegue ese día, si me concedes el tiempo.
Hace ya tiempo escribí algo más literario, pensando en ambos, aquí te lo muestro y me despido humildemente. Da recuerdos a tu abuela, padres y hermanos. Aunque no estemos juntos les guardo cariño y aprecio como a ti.
Distintos caminos
Un zorro trota bajo la tierra sin cesar de silbar mientras suenan campanas e ilumina un camino nuevo. Un bastón emitiendo luces pende atado en su penacho, porta en sus zarpas la poesía y se guía por los astros aunque sueña despierto. Desea tener cornamenta cervatina, una pluma y una hoja que nunca se agote. Vibra el tintineo de las mariposas blancas que le siguen, él también vuela aunque esté acostado en el valle. El aroma de las rosas brota de su ropera, siempre sonríe incluso cuando llora. Un pensamiento incierto brilla en sus luceros, le hacen caer al infinito rompiendo lo cristales de una vidriera colorida y despierta.
Mostrase un pájaro de madera construyendo un árbol hecho de arcilla mientras las velas entretienen la vista del que mira sin tener rostro. Toca su forma, la moldea y ésta la moldea a él en una intrincada lucha por ser creador en vez de creado...todo cesa y se vuelve en algodón que hace brotar al hijo en la tierra dormida. Observa al zorro que escribe y le canta a las tres lunas de hueso y azulado cristal. La pasión del verano teje lazos amarillos desuniendo fieras mencionadas en cuentos folclóricos, respira una llama, la aprisiona en danzas alegres.
¡Álzate aliento! Nutriendo la pasión de quienes beben su nácar irisado, abriendo los cielos que se guardan en nuestro bolsillo de arena. Hoy no existe sol que amanezca en el este, allí donde esté piensa en los recuerdos tristes que acariciaron los bozales invisibles nacidos del miedo. Fluye sangre en el desierto y respira, toma conciencia de la moraleja que mantiene su existencia inmortal que dio muerte su huella tierna. Concédele este candelabro juguetón, él se mueve entre los adoquines y asusta a los ratoncillos valientes.
El tiempo transcurrió, retornando los granos de arena a su cúpula inicial y girando su esqueleto metálico. Entonces el zorro encontró a una tigresa blanca con rayas negras, algo vio en sus ojos y ella en los de él. Trotaban a pasos desiguales pero pigmentaban sus fauces de ternura, las entrechocaban con pasión exaltada, posando sus zarpas en la siembra esperanzadora. Sus destinos anhelaban decisiones distintas enconando sus miradas nubladas por ausencia de luz y calma. La muerte insufló dolor, liberando las cadenas que hubieron de soltar ante la congoja mutua. Así la tigresa determinada, caminó sonriendo al zorro, prometiéndose retornar la calma.
En su intento fiero, el zorro intentó volver a iluminar el sendero más las mariposas blancas desparecieron de sus mejillas. Ya no entona a las tres lunas, su pluma quebrose, sueña pero hacia el horizonte que debió desprenderse. Ama a la tigresa, espera retornar su vida pasada rehúye su encuentro se pregunta ¿Querrá volver conmigo? ¿Tendré fuerzas para mostrarme desprovisto de artificios que aparentan ser indiferencia ante ella? No lo sabe. Rumia con su rostro inalcanzable, llora.
Plasmó sus ideas de la siguiente forma: Tigresa y princesa, mi intención se aleja de querer causarle afligimiento, quisiera entrelazar de nuevo el camino que una vez hicieron nuestras garras. Te he esperado y no te he abandonado, aunque haya tenido que enmascarar mis intenciones. Jamás se sabrá con certeza el mañana, la senda a recorrer es infinita, ambos perderemos y ganaremos. Quizá en su transcurso de bifurcación volvamos a juntarnos. Estará cubierto de lágrimas cualquiera sea su final, pero mientras no estemos unidos convirtámoslas en estrellas que nos iluminen. Dime si recuerdas cómo fue que nos conocimos ese día. Yo quería saber cuál sería nuestro futuro mientras tú guardabas en tu interior tus sentimientos más honestos, pero hacerse el valiente y mentirse duele mucho más. No dejaré que el miedo conquiste mi cuerpo, me investiré de valor para mostrar mi sonrisa al verte ¿Qué haremos si lo que creemos no resulta ser correcto? Sólo podemos aceptar que algunas verdades nos herirán. Siento el temor de poder llegar a perderte, por ello te escribo para mostrarte mi agradecimiento antes de que llegue el adiós. Las estaciones cambian y retornan. A pesar de perdernos en la existencia, seguiremos avanzando, permitamos que sea lo único que no cambie.
Fin
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Cartas a un lector desinteresado
Historia CortaUna serie de cartas dirigidas a una persona concreta. Cuento una anécdota añadiendo mis pensamientos al respecto. Puede contener alguna sátira al respecto acerca de la situación en particular. Aunque a veces pueden ser actos genéricos que vemos a di...