Tres meses. Habían pasado tres meses desde los sucesos relacionados con Rubius. Y lo solía recordar, puesto que gracias a esa fiesta y a la gente que me presentó, conocí a muchos amigos y gente muy guay.
Sobretodo una persona que fue muy importante para mí. Antón Lofer, era su nombre en YouTube. Gio no paraba de decir que haríamos buena pareja, mientras nosotros nos limitábamos a bromear sobre el tema. Realmente me llevaba de maravilla con él, pero no estaba preparada para una relación.
Porque en esos momentos, una de las personas más referentes para mí se encontraba hospitalizada. Mi abuela, que siempre fue como mi madre, había sufrido un ictus cerebral. Nadie sabía cómo no había perdido el habla, pero iba mejorando poco a poco, a pesar de no poder moverse por sí sola.
Sin embargo, yo me preocupaba demasiado. Siempre me preocupé demasiado. Así que mis horas de sueño se reducían a quedarme en el hospital, salvo los fin de semanas, en los que ella prácticamente me echaba, ya que creía que perdía el tiempo allí. A mí me sentaba bien verla, comprobar como mejoraba, diariamente.
Una rutina a la que ya me había adaptado era a, por la mañana, cuando ella aún dormía, ir a la máquina más cercana y hacerme un café, que era mi combustible dado a mi escaso horario de sueño. Aprovechaba para revisar los mensajes que tenía, que casi siempre eran de mis amigos, mandándome ánimos, o de mi madre avisándome de cuándo visitaría a mi abuela.
A ella no le hacía gracia el hecho de que yo estuviese tanto en el hospital, dijo que ella debería estar con la abuela, pero tras mi insistencia se compadeció y me dejó hacerme cargo de la situación.
El café comenzó a hacerse, y desbloqueé mi móvil.
Gio :D
¿Todo bien por allí? Zetita, Francis y yo te echamos de menos, pásate por aquí este viernes si puedes :)
LA SEXY BOTCH MI AMIGA
Claro, me vendrá bien pasar tiempo con vosotros
Antes de poder entrar en el siguiente chat, escuché una voz tras de mi.
—¿No crees que el café de este sitio es basura?
No le presté demasiada atención a la pregunta en sí, sino al propietario de la voz, y es que era el mismo chico que hacía tres meses que no veía, las mismas orbes verdosas que me moría por apreciar.
Al girarme, no pude evitar que una sonrisa se formara en mi rostro.
—Hola.—exclamé.
—Es bueno volver a verte.—respondió, mientras nos dábamos dos besos.
—Lo mismo digo.—Se formó un pequeño silencio.—La verdad, este era el sitio en el que menos me esperaba encontrarte.
—Supongo que no pega mucho con la cara que doy al público.—sonrió, algo triste, y me sentí mal.
—Yo no pretendía... Lo siento.
—Oh, tranquila, no has dicho nada malo.
Iba a contestar, pero mi móvil vibró, y comprobé que Gio me llamaba.
—Disculpa, tengo que cogerlo.
—Claro, ya nos veremos.—sonrió y se fue.
Parecía abatido, algo que me apenaba. Y también me causaba cierta curiosidad el por qué estaría allí. Aunque no era nada de mi incumbencia, así que intentaría olvidarlo.
—Hola, Gio.—dije, contestando a la llamada.
—¿Cómo que "hola Gio"? Venga, sé más alegre, botch.
Era el tipo de cosas que me decía cuando hablábamos o nos veíamos, cosa que ahora no pasaba tanto como antes. Nuestro canal de YouTube estaba siendo un poco menos activo por mi parte, pero Gio, muy lejos de recriminárselo, me animaba a que me tomara el tiempo que quisiese. Después de todo, era un asunto familiar, la gente debía entenderlo.
Aunque obviamente no lo iba a contar en YouTube, porque aunque amaba a nuestros suscriptores, la vida privada era privada, después de todo.
—¿Sabes a quién me acabo de encontrar?—pregunté, dándole un sorbo al café y saliendo fuera para escuchar mejor.
—Suelta.
—Rubius.
—¡¿Qué?!¿De verdad?
—Sí.
—Oh dios mío, Paula, qué fuerte.¿Y qué vas a hacer?¿Vas a pedirle su número?¿Vas a...—Sus preguntas se apagaron.—Espera,¿por qué está allí?
—Eso es lo que me pregunto, por eso no creo que lo más óptimo, considerando que yo también tengo preocupaciones mayores, sea pedirle su número.
—Entiendo...¿Pero no te parece raro? Quiero decir, habéis coincidido dos veces en menos de cuatro meses, y, sí, entiendo que todo el mundo va al Retiro, pero,¿en un hospital? Quizás el destino quiere que seáis amigos... o algo más.
—Se te está yendo la olla, tía.—escuché una pequeña risa por parte de Gio, y tras hablar un rato más, cortamos la llamada.
El resto del día se desarrolló como normalmente. Pero por la noche, mientras intentaba editar el vídeo para el día siguiente, comencé a tener problemas, y las cosas no me quedaban como quería. Me frustré, y decidí que lo mejor sería salir a tomar aire. Así que cogí mi abrigo y me lo puse, subiendo las escaleras hasta la azotea. No sabía si se podía estar allí, pero ya lo había visitado un par de veces por la noche, ya que tenía vistas de prácticamente todo Madrid, que al estar iluminado por las fiestas navideñas era precioso.
Porque sí, ya era aproximadamente noviembre, y, ese año, las fiestas se estaban adelantando, y la gente comenzaba a tener espíritu navideño. En otra situación, yo sería la primera en pasarse el día saltando por las fiestas, ya que amaba a mi familia y pasar tiempo con ellos.
También se notaba el invierno por el frío que comenzaba a hacer. Tanto era así, que al salir, el viento chocó contra mi cara, gélido, haciéndome cerrar los ojos. Por lo que no terminé de ver a la silueta sentada en unas cajas hasta que me acerqué. Y allí volvía a estar el dueño de los ojos más bonitos que había visto en mi vida.
N/A: ¡Hola botches! Sentimos mucho no haber publicado, y que este capítulo sea un poco más corto de lo habitual, pero teníamos muchos exámenes. Aprovecharemos estas vacaciones para escribir más, ya que vuestros comentarios nos animan a seguir. También quería deciros que si veis actualizaciones, seguramente sea porque vamos a editar los capítulos anteriores. Os agradecemos muchísimo todo el apoyo y la paciencia que nos dais, y os queremos mucho <333
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La Cuarta Foto | Rubius y Paula Baena
Fanfiction¿Puede cambiarlo todo una simple coincidencia?