Familia.

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Sirius POV

El aire frío de la noche le enrojecía la nariz y las mejillas, aunque con el humo del cigarrillo que se consumía lentamente entre sus labios apenas y lo notaba.

Hacía dos semanas que la segunda guerra mágica había terminado. Y una vez más, sus amigos y su ahijado habían salido ilesos.

Tuvo que luchar con todas sus fuerzas para no reír al ver la cara de asombro de James entre la multitud en lo que había sido el patio de Hogwarts, lleno de mortífagos y miembros de la Orden, alumnos y profesores, luchando. No era el momento para bromas.

Si bien el hechizo de Bellatrix no lo había asesinado, aún no se explica muy bien por qué, quizás porque el velo estaba justo detrás, había terminado en el pasado, en Grimmauld Place, solo que mucho antes de su nacimiento.

Vió a sus abuelos y a su madre con apenas quince años, una réplica exacta de Regulus, excepto por el cabello largo.

Sin embargo, era como si fuera un fantasma, nadie podía verlo. El tiempo allí pasaba diferente, en un par de días, habían pasado varios años.

Vió su nacimiento, el de Regulus, el de sus primas. Vió su infancia en un parpadeo, vió también la de James, la de Peter, la de Lily y la de Remus.

Vió cada momento de su vida como en una película, cada momento con sus muchachos en el castillo, cada momento a solas con Remus, esos eran los que más dolían.

Vió el momento en el que Remus llegó justo a tiempo al valle de Godric y como entre él y James lograron derrotar a Voldemort, vió cuando descubrieron la traición de Peter.

Todo aquello fue en cuestión de días, como un rollo de videos, pero cuando llegó ese momento, el de la pelea en el Ministerio, fue como si volviera a vivirla La adrenalina, el miedo por Harry, James, Lily y Remus luchando a su lado como la primera vez y luego la dolorosa punzada en el pecho.

Fue ahí cuando se sumió de nuevo en la oscuridad y, al abrir los ojos, Dumbledore estaba allí junto a Moody, no sabía como lo habían encontrado, pero ellos le explicaron que habían pasado dos años y que todos pensaban que había muerto.

Se quedó en la casa de los gritos, Moody fue quien le enviaba cartas para mantenerlo al tanto hasta que, a mediados de ese año, le contaron que Remus y Tonks se habían casado y que ella esperaba un bebé.

Sirius estaba seguro que una parte de él había muerto ese día. Amaba a Remus, amaba a Tonks y al pequeño niño que ambos esperaban, lo amaba simplemente porque era de Remus y, de paso, también llevaba su propia sangre.

De alguna manera retorcida y cruel para él, a fin de cuentas, su sangre y la de Remus si habían podido unirse.

Él lo había aceptado, Tonks y el niño harían feliz a Remus, y su licántropo no merecía menos que eso. Pero dolía, dolía con fuerza en lo más profundo de su pecho.

Fue incluso peor el día de la guerra. Él había decidido ir y nadie nunca le había convencido de hacer lo contrario a lo que a él le viniera en gana.

El castillo estaba hecho pedazos mientras corría por los largos pasillos que una vez fueron su hogar, el corazón latiéndole con fuerza por lo que parecía la primera vez en años, solo quería ver si estaban bien. James, Lily, Harry y Remus. Ya sabían que él estaba allí, se había unido a la pelea en cuanto vió que Fred estaba en apuros y logró desarmar a Greyback antes de que lo matara.

Todos estaban vivos, en el gran comedor. Harry había derrotado por fin a Voldemort y todo había terminado.

Excepto que todos estaban observando algo en el suelo, sobre una sábana blanca y Remus... Remus lloraba como si le hubieran arrancado el corazón en carne viva.

Marauders OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora