Cinco: Salvador

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Llovizna fuera de mi ventana, melódica y tristemente dulce; una melodía perfecta para los domingos por la mañana. Las nubes grises que llenan el cielo están descargando su ira en el suelo y liberan su furia en gotas de lluvia. Bajan por mi ventana, y me gusta imaginar una carrera entre ellas, para ver quién llega primero al fondo.

Me siento inútil, sólo estoy sentado aquí.

No tengo con quien hablar y Jongin no me devolvió la llamada ayer, pero no quiero parecer obsesivo ni nada. Ignoro el impulso de marcar su número y escuchar su voz en mi oído una vez más, como una canción que repito.

Como una canción en aleatorio.

Me río de mis pensamientos, porque su voz es la mejor canción que cualquiera podría escuchar.

Necesito aclarar mi mente. Necesito dejar ir estos pensamientos porque me estoy desmoronando, nunca me va a amar, probablemente ya ama a alguien, y ¡Oh Dios! Sigo pensando en el sin poder evitarlo.

"Mamá, papá, voy a dar un paseo," les dije mientras los pasaba caminando a grandes zancadas hacia la puerta.

Mis pies golpean el pavimento con cautela, y ya me he acostumbrado a la forma en que las gotas de lluvia invaden mi espacio personal y recorren sus caminos por mi cuello, alcanzando los hoyuelos de mi espalda, cayendo por mis brazos. Construyen casas en mi pelo negro como la noche, como estrellas que no centellean, y gotean silenciosamente por mi rostro.

No es de extrañar que los poetas digan que la lluvia es triste, las gotas de lluvia van y vienen en un instante, y en su corta vida desde su caída del cielo intentan imitar las cálidas lágrimas que caen de mis ojos.

La única diferencia es que la lluvia es fría.

Mi camisa abotonada me abraza mientras el agua la empapa, y básicamente toda mi ropa se pega a mí. Mientras exploro mi entorno, me doy cuenta de que he vagado lejos de casa. No sé dónde estoy.
Mis labios regordetes se separan en estado de shock, ansiosos por saber qué hacer a continuación.
Me siento temblar y no sé si es por la lluvia o el miedo que de repente fluye por mis venas.
Caí de rodillas en el suelo debajo de mí. Necesito calmarme. Realmente lo necesito.

"Kyu-Kyungsoo, inhala, exhala," me digo, todavía tiritando.

Pero es imposible respirar bien cuando imagino su mano en la mía y sus ojos color caramelo merodeando sobre mí y las puntas de sus dedos rozando mis brazos y manos... y de repente estoy balbuceando. Me levanté del suelo, sintiéndome más débil que nunca.

En los pocos días que lo conozco, Jongin ha logrado capturar mi alma de una manera que antes creía imposible. Él arrebató mi corazón de mi pecho y se rehúsa a devolvérmelo mientras lo conozca.

Escuché a alguien corriendo detrás de mí. Apuro mi paso mientras meto mis manos en mis bolsillos.

"¡Soo!"

Me detengo. Mi cabeza se da vuelta para ver a Jongin corriendo hacia mí, y tan pronto como llega a mí me abraza fuerte.

"¿Estás bien? No, no, te ves tan pálido, ¿estás enfermo?" él pone una mano en mi frente, tratando de sentir mi temperatura.

"No te preocupes por mí, Jongin."
"Soo, sí me preocupo por ti. Ahora ven conmigo."
Me arrastra bajo la lluvia hacia una casa.

"¿Esto es tuyo?" Utilizo gestos con las manos para señalar al edificio de ladrillo que se alza alto y orgulloso.
Él se rió en silencio. "No, no. Es de mis padres, tonto."
"Sabías lo que quería decir," sonrío.
"Lo sé, lo sé", atraviesa la puerta guiándome y me sienta en el sofá.

"Ahora voy a prepararte algo de sopa. Acuéstate, prenderé la calefacción," habla apresuradamente, enciende el televisor y el calor, agarrando una manta para cubrirme. "¿sopa de tomate está bien para ti? Mi mamá siempre la hacía para mí cuando era pequeño y tenía un resfriado."

"Jongin, no tienes que hacerlo."

Se agacha al lado del sofá en el que estoy acostado y se inclina ligeramente sobre mí. Su cara está tan cerca de la mía, su cabello prácticamente toca mi rostro, y él aparta mi flequillo de mi frente.
Cuando las puntas de sus dedos rozaron mi cara, me sonrojé, incapaz de comprender lo que estaba pasando.

Mi corazón frío parece calentarse, derritiéndose ante sus acciones.

Él murmura algo por lo bajo antes de levantarse y dirigirse a la cocina.

"Descansa un poco," me ordena. "Te despertaré cuando esté listo."

Me alegra anunciar que aceptaré su oferta.

Canciones de la mañana - KaiSoo [Traducción al Español.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora