de artes ; 2

688 79 62
                                    

—Buenas tardes señora Cabello, ¡Dios se ve hermosa! — Se presentó sonriente frente a la amplia casa de la familia, eran uno de sus clientes más frecuentes y que mejor le pagaban. Como siempre se encontraba puntual a la cita y espero a ser invitado al hogar.

—Jinhwan querido, eres un amor, gracias. — Agradeció la mujer abriendo la puerta de entrada para dejarlo ingresar. — Pasa. — El chico obedeció y siguió a la mujer detrás. — Joel tiene confiscado cualquier aparato electrónico que pueda conectarse a una red inalámbrica y alámbrica de internet. — El mencionado los miró desde su posición en la sala con los brazos cruzados y el ceño fruncido. — Camila tiene prohibido salir de la casa.

— ¡Mamá! — En ese momento la chica bajó las escaleras, se estaba alistando para lo que pereciera salir. — ¡Saldré con Lauren, por favor! ¡Y no necesito un niñero, es vergonzoso, tengo veinte años! Sin ofender Jinhwan. — Sonrió la morena, cosa que Jinhwan imitó dedicándole otra sonrisa.

—Eso debiste pensar antes de la nota de biología. — Cortó la mujer apurada mientras arreglaba las cosas. La chica subió de nueva cuenta las escaleras molesta y se escuchó un portazo en la segunda planta. — Y Sofí, bueno, sólo no la dejes hacer un desastre, o que toque mi joyería.

—No se preocupe señora, todo estará perfecto. — Sonrió el chico calmándola, se miraba totalmente estresada.

— ¿Se nos olvida algo? — Pregunto nuevamente junto a su esposo en la puerta. Jinhwan sonrió divertido y negó.

—Despedirse. — Ambos padres estrecharon a la menor entre sus brazos y se despidieron del chico malhumorado con la mano. — ¡Diviértanse! — Exclamó una vez abordaban el auto.

Regresó al interior de la casa, donde la menor miraba el televisor junto a su hermano, qué aún se encontraba molesto. Dejó su bolso en la mesa y tomo el celular de sus pantalones. No había podido solucionar el problema durante el resto de la tarde debido a los pendientes que tenía. Desbloqueo el aparato y marcó su número de celular, era seguro que Junhoe tendría el suyo y planeaba hacer que se lo llevara.

¿Por qué tienes mi teléfono? — Preguntó justo cuando la otra línea se habilitó.

¿Jinhwan?

¿Erick? ¿Por qué tienes mi teléfono?

Este no es tu teléfono, es de Junhoe, el niñero.

¿Niñero? ¿Dónde está Junhoe ahora?

Creo que en la piscina, ¡Diablos! ¡Oh no!

¿Erick? ¿Todo está bien?

¡FUEGO! ¡JUNHOE FUEGO! — El sonido de la bocina del celular se redujo indicando que la otra persona se había alejado.

¡¿Fuego?! ¡¿Qué fuego?! ¡¿Erick que está ocurriendo?! ¡ERICK! — Jinhwan sintió que el pánico lo carcomió en un segundo. Finalizó la llamada e intentó calmarse. Los Jáuregui eran -al igual que los Cabello- una de las familias que mejor le pagaban, ¡y no sabía cómo es que Junhoe había llegado ahí! — ¡Nos vamos a casa de los Jáuregui, ahora!

— ¿Los Jáuregui Colón? — Pregunto irguiéndose de inmediato Joel.

—Sí, los Jáuregui Colón. ¡Camila nos vamos a la casa de los Jáuregui! ¡A mi auto, ahora! — Menos de cinco minutos y todos se encontraban en el auto y en dirección a la casa de los Colón.

Al llegar todos descendieron y caminaron detrás de Jinhwan, quien iba hecho una furia. Entraron sin siquiera llamar a la puerta y se encontraron con un gran desastre. Manchas de comida yacían por toda la cocina, que afortunadamente no había pasado a mayores.

de artes y romancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora