Prueba de valor.

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Este es un drabble especial para mí. Nació del rol, y fue un regalo para la partner más genial que he tenido. 

Espero que les guste. 

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Aquella tarde había ido a comprar recuerdos para su familia. Fueron a un pueblo a tres horas de Miyagi, donde tuvieron una semana de entrenamiento intensivo. Oikawa aún estaba oficialmente dentro del equipo, aunque ya no hubiera partidos para él dentro de Aoba Johsai. Estaba a punto de graduarse y ya no tenía que preocuparse por el examen para la universidad de Tokyo porque lo rindió unas semanas antes. Así que podía dedicarse al volley y a entrenar, aunque no necesitara hacer una prueba para integrarse al equipo, la haría, como todos. Sin importar que hubiese salido en tv varias veces y que fuera famoso, lo hacía porque no logró llevar a su equipo a las nacionales y necesitaba demostrar que es un setter que aún tiene algo para dar.

El domingo fue para descansar. Nada de partidos, nada de prácticas individuales tampoco. Y para esos que pretendían desobedecer en secreto, llámese Oikawa, el entrenador los llevó a la zona turística del pueblo, que no era muy grande. El lugar se especializaba en el vidrio, recuerdos, utensilios, muchas cosas artesanales. A buen precio para un estudiante que aún depende de sus padres y no tiene muchos ingresos.

Ahí fue donde lo encontró. Desde secundaria lo vio cómo su mayor rival, y después de que fuera derrotado junto con su equipo por los cuervos, sus sentimientos eran encontrados. Desde la satisfacción de verlos perder hasta la empatía porque fueron vencidos por el mismo equipo. La distancia entre ese día y el presente se hacía aún más grande y también su opinión respecto a cierto capitán. A decir verdad, no le sorprendió verlo entrar en esa tienda junto con el pelirojo de expresión rara y el chico de piel morena y labios gruesos. Siempre había un "algo" que los ponía en el mismo lugar, a la misma hora, como si estuvieran destinados a verse las caras durante la eternidad completa.

Por eso huyó a otra tienda, y recorrió casi todo el pueblo buscando un juego de patos de decoración. Había vacas y cerditos, pero no patos, que siempre fueron los favoritos de su madre. Y en cada lugar al que entraba o se detenía, aparecía ese cabello con reflejos oliva, asomándose con su altura, que sobrepasaba las otras cabezas pertenecientes a los ancianos y las mujeres de la región.

Rodó los ojos y volvió a la posada. De todas formas ya le había comprado una bolsa y una taza con flores a su madre, y llevaba algo incluso para Takeo. No necesitaba demorarse más.

Cuando llegó se dio cuenta que nadie del equipo estaba con yukata como se acostumbraría, sino que vestían sus chaquetas y short del club, lo cual le dio mala espina. Makki se le acercó para saludarle y decirle que todos le esperaban, que fuera a cambiarse.

Mientras se ponía los tennis de volley, supo que los entrenadores de Seijoh y Shiratorizawa se habían encontrado en un restaurante la noche anterior y bebieron juntos. Un partido es lo que les esperaba, a pesar de que el viejo dijo que no habría más entrenamiento hasta llegar a casa.

Sin embargo Oikawa no vio un gimnasio recibirlo, sino la entrada a un bosque.

"¿A dónde vamos?" preguntó, y los demás le dijeron que era obvio. A esas horas, qué podrían estar haciendo dos clubes de volley frente a un bosque, mientras les repartían lámparas. Pues claro, una prueba de valor.

La cabeza de Ushiwaka estaba ahí, con su uniforme color magenta y su expresión de "ni una sorpresiva aparición de naves aliens hará que me inmute". Al menos el cielo estaba precioso, había muchas estrellas y hacía un poco de frío debido al viento que soplaba con fuerza por algunos momentos. Era un pueblo caluroso, pero en la montaña se sentía fresco. No le importó en absoluto estar compartiendo esa experiencia con la otra escuela, ni tampoco que Makki y Mattsun le estuvieran molestando porque el castaño de seguro estaba muy asustado.

Claro que no lo estaba, no era un niño de primaria, y antes había tenido pruebas de valor. Sabía que a veces los profesores y los estudiantes conspiraban para asustar a algunos compañeros. Él siempre terminaba siendo blanco por ser asustadizo, pero no esta vez.

Las parejas se estaban decidiendo al azar por medio de papelitos en un bote. Iwa-chan, su mejor amigo, terminó emparejado con un tipo de cabello gris del Shiratorizawa, no recordaba su nombre pero parecía tan serio como su amigo. Ninguno se veía afectado por las circunstancias y odió el hecho de verse separado de la única persona a quien se aferraba en las pruebas de valor. Pero ya no era un niño, podía con eso.

Como por arte de magia, Mattsun y Makki quedaron juntos y casi llora cuando su nombre fue dicho en voz alta, y acto seguido el de Ushiwaka. Algunos de sus amigos casi lloran también, pero de risa. Ni si quiera se dignó a mirarlo y el otro no parecía afectado por ello cuando se paró a su lado sin decir media palabra.

Pronto se adentraron en el bosque, que en realidad no era tan espeso y las lámparas que llevaban ayudaban mucho a ver el camino que tenían enfrente y no caerse. Los entrenadores y sus asistentes, también las managers, se aseguraban de que nadie se perdiera o se saliera de la fila. Llegaron a una cueva donde cada pareja iba entrando cada cinco minutos, para dar un espacio a que se distanciaran unos de otros, y por supuesto, para que pudieran asustar a algunos incautos.

Cuando fue el turno de la pareja de capitanes, todo el mundo estaba emocionado, como si aquello fuera un show de televisión. Y eso le incomodó al castaño, porque justo quería evitar que pasara algo así. Normalmente la atención excesiva no era problema para él, sabía manejarla y hasta la disfrutaba, pero no ahora.

Agradeció mucho que al alejarse de la entrada ya no pudieran escuchar los murmullos y las risitas. Estaba crispado como un animal salvaje a la defensiva, y estar adentrándose de una caverna húmeda y tenebrosa no era su ideal para relajarse.

Entonces se asustó porque sintió su mano apretada fuertemente. Volteó a ver al enorme Ushijima Wakatoshi, que le devolvía un mirar intenso, de esos que le quedaban muy bien, como si ese tipo de mirada hubiese sido hecha para él. No iba a obtener palabras de aliento de él, eso seguro.

—Pueden vernos aquí Ushiwaka... —susurró aún irritado.

—Oikawa, me gustas.

El aludido relajó los hombros sin darse cuenta. Rodó los ojos y sonrió con un sentimiento de ternura invadiéndole el pecho. Se colocó frente a su novio y puso una expresión que pretendía ser ruda.

—No debería hacer esto porque estuviste detrás de mí todo el día, porque estuve tratando de no ir hacia ti y abrazarte tonto Lentojima y eso me puso de mal humor porque te extrañé toda esta semana —hizo un graaaan puchero, que murió cuando se acercó a los labios ajenos y por fin pudo hacer lo que estuvo añorando. El beso fue corto, rápido, y no tan suficiente para compensar esa semana sin verlo, pero la calidez que provocó ese pequeño momento intimo le dio valor a Oikawa para enfrentar lo que sea que le esperara en esa cueva—. También me gustas, Ushiwaka-chan.


One for One.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora