Esto será una serie de drabbles y one-shot dedicados al UshiOi. La mayoría basados en fanarts o imágenes bonitas encontradas por ahí.
Soy amante del AU, así que es probable que lo que más encuentres aquí sean universos alternos, pero también me esf...
Lo conoció en el tren a Hogwarts, el primer año. Ushijima Wakatoshi.
Ambos tenían 11 años y Oikawa Tooru estaba emocionado por haber recibido su carta, aunque nadie en su familia, todos magos y brujas de buena familia, dudaría que la mejor escuela de magia y hechicería fuese a dejarlo a un lado. Pero el castaño, a su tierna edad, pensaba que un chico de ascendencia japonesa quizás tendría dificultades, aunque vivieran en Inglaterra desde tres generaciones atrás y dominara más el inglés que el japonés. El chico no era tonto, y sabía que no llevar un nombre inglés podría traerle problemas.
Sin embargo, decidió no pensar en eso hasta que fuera el momento.
Se sentía súper súper extasiado mientras iba recorriendo el tren. Ya había comprado varias golosinas del carrito y ahora buscaba dónde sentarse. Encontró un lugar, una cabina que albergaba solo a un chico, que parecía mirar tan fijamente algo en sus manos que en cualquier momento lo atravesaría.
—Hola, ¿puedo sentarme contigo? Los demás lugares están ocupados...
El otro chico alzó la mirada y asintió.
—¿También eres japonés? —el pequeño castaño se sentó a su lado y le extendió la mano, un poco pegajosa después de comerse su rana de chocolate antes de que se le escapara—. Soy Tooru Oikawa ¿cómo te llamas?
—Wakatoshi... Ushijima Wakatoshi —le apretó la mano y volvió a su lectura, con el ceño sumamente fruncido.
—¿Qué lees? —el chico se asomó a espiar en el libro ajeno y vio que era inglés antiguo—. Oh, encantamientos avanzados —logró leer.
—No lo comprendo.
—Tampoco yo, es difícil para nuestra edad.
—No, no comprendo mucho inglés...
Tooru volteó a ver al otro castaño con sorpresa, y notó que sus ojos oliva estaban calmos, como si nada estuviera pasando, pero la tensión en su boca delataba que estaba frustrado, o al menos eso logró fraguar su joven cabecita.
—Ya veo, entonces quizás deberías comenzar con cosas más sencillas... —sacó un libro de su equipaje de mano y se lo pasó—. Son los cuentos de Beedle el Bardo, puedes regresármelo después...
El otro jovencito asintió y miró la bella portada. Lo abrió y comenzó a leerlo. Le costaba menos trabajo leer, y sobre todo, comprender lo que significaban aquellas palabras en el idioma que estudió durante su niñez en Japón, pero no tan ampliamente como para lograr entender esos libros de magia que le otorgaron sus abuelos al mudarse con ellos unos meses atrás. Las palabras frente a sus ojos eran interesantes, porque contaban una historia.
Miró al amable castaño que lo acompañaba, y sonrió al darse cuenta que, tener su libro significaba que podía volver a verlo, hablar con él, y quizás, volverse su amigo.
15 de Septiembre del 2011.
Oikawa nunca se había sentido tan ofuscado. Ni siquiera al perder un partido de Quidditch.
Su eterno rival, el también buscador de su equipo, Ushijima Wakatoshi, o como él prefería llamarlo, Ushiwaka, se había acercado a él para desearle suerte en la siguiente prueba.
Ese año, Hogwarts volvió a ser cede del torneo de los tres magos. No había sucedido desde que el elegido formó parte de ese histórico acontecimiento, y ahora, a sus dieciséis años, Tooru había sido seleccionado por el cáliz para representar a Hogwarts en el torneo.
Sin embargo, la primera prueba resultó ser algo muy duro, más duro que lograr quitarle un huevo a un dragón, y no solo salió herido, sino que logró salir vivo por poco. Por eso mismo, se preparó mucho más para la siguiente prueba, aunque no tuviera ni la más remota idea de qué sería.
Y Ushiwaka se acercó a desearle suerte, pero también le dijo que su potencial estaba siendo desperdiciado en Ravenclaw, su casa. Que debió ir a Slytherin y de esa forma podría haber sido más fuerte para enfrentarse a los retos de un torneo tan peligroso.
Lo único que pudo hacer fue irse, no sin antes enseñarle la lengua.
Ahora estaba enojado, muy enojado.
Pero ese enojo no lo desconcentró, sino que lo motivó a demostrarle a ese idiota que Ravenclaw era una casa fuerte, que él era fuerte y digno de representar a Hogwarts, y así fue como ganó esa prueba, llegando en primer lugar.
Wakatoshi sonrió desde las gradas, y fue el Slytherin que aplaudió más fuerte. Y como siempre, desde que tenía once años, su corazón se llenó de calidez al ver esa cabeza castaña a lo lejos, y esa sonrisa de triunfo. La añoraba desde lejos, un amor platónico, el único que conocía.
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Esta historia forma parte del Mes UshiOi organizado en el bello grupo Haikyuu yaoi.