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—Ey, oye, vamos levanta o se nos hará tarde.— miré a Kaito con los ojos entrecerrados y me tapé hasta arriba.— Además, cuanto antes te levantes más tiempo tendrás para pensar una excusa.— ese comentario captó mi atención. Noté como se levantaba y caminaba hacia la puerta.

—¿Una excusa?

—Sí, una excusa sobre con quien fuiste a hablar ayer.— dijo con un tono neutro mientras cerraba la puerta.
Nada más oírle me levanté del tirón, ¿cómo mierdas...?
Este niño es satán.

—Sé que piensas, y no, no soy satán, es que ayer me quemaste el jodido hombro.— fallo mío.

(...)

—Estáis los dos muy callados... ¿Qué ocurre?— preguntó Kirishima caminando entre mi hermano y yo. Kaito me miró de reojo y luego se encogió de hombros.

—Es ella la que no habla conmigo y la que me guarda secretos.— rodé los ojos y bufé.

—Ni que te estuviera ocultando algo importante, eres muy exagerado y te enfadas por nada, deberías dejarme en paz de vez en cuando en lugar de estar queriendo saber todo lo que ocurre en mi vida.— dije cada vez alzando algo más la voz. Ninguno de los dos nos mirábamos, sin embargo Eijirou nos miraba preocupados.

—Si me meto tanto en tu vida es porque te quiero y no quiero que nunca nadie te haga daño, baka.— dijo entre dientes, aún sin mirarnos.

—Nadie me puede hacer o dejar de hacerme daño porque siempre estás pegado a mí, ¡déjame hacer lo que quiera con quien quiera!— apreté los puños.

—Eres idiota, no entiendes nada, no entiendes por qué nunca me separo de ti, ¡además nuestro quirk nos impide alejarnos!— no gritábamos sin mantener contacto visual, no hacía falta.
Kirishima nos miraba asombrado, él piensa que somos los hermanos perfectos que se aman y nunca se pelean. Pero eso no es así.

—¡Me da igual nuestro maldito quirk, estúpido! ¡Sólo quiero perderte de vista unos minutos sin sentirme forzada a buscarte!— no pensé lo que había gritado hasta que lo vi pararse, entonces me di la vuelta y lo miré. Sonrió amargamente mientras negaba con la cabeza.
Arrepentida fui a abrazarlo pero dio un gran salto y lo perdí de vista. Justo como yo le había pedido.
Bajé mi mirada hacia el suelo y sentí una mano sobre mi hombro.

—¿Quieres un abrazo?— preguntó Kirishima de forma tierna.
Pero en ese momento no estaba para ñoñerías.

—Sólo quiero llegar a Yuuei, vamos.— dije caminando sin mirarle.
Lo que menos necesitaba era que se compadeciese de mí por una pelea más con mi hermano. Lo que me faltaba.

(...)

Cuando llegué al aula vi a mi hermano hablando animadamente con Yaouyorozu-chan. Parecía estar bien, ni enfadado ni triste, yo diría que está contento.
Pero eso es lo que les hace ver a los demás, se le da bien aparentar que está bien cuando no lo está. Sin embargo a mí se me da fatal.
No sabía qué hacer, entonces vi al tal Todoroki sentado en su sitio, solo.

—Hola, Todoroki, soy Murakami Akane, no sé si me recuerdas, soy...

—Eres la que me ganó en la prueba de ayer, te recuerdo.— me interrumpió mirándome fijamente a los ojos, debo decir que su mirada me intimidaba un poco.
Sin embargo me intimidó aún más cuando se levantó y se colocó justo enfrente de mí. Era más alto que yo, como era de esperar.

Tsuinpawā || [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora