Capítulo l: Caos

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Yocal regresó al salón donde se encontraba Millenia e inspeccionó un poco su cabeza, seguido de eso hizo una pequeña afirmación bajando y subiendo su mentón, la miró una vez más, pero está vez notó la luz nocturna que incidía en la piel blanca de la pequeña, así que la recostó en un enorme colchón y se dispuso a contemplar la Luna, simplemente miró la misma a través de una ventana, pues la maleza que rodeaba el castillo solo podía resaltar la imponente vista del cielo nocturno.

Tan pronto como sus ojos se cerraron vio aquella imagen de ella misma, más joven, con una piel normal pero excesivamente sucia y un uniforme de batalla con todo y armadura, su mano cargaba con un excelente rifle que la respaldaba a cada momento.

Además a su alrededor había decenas de personas mal heridas e incluso algunas en agonía, mujeres, soldados, hombres y niños. Todos se quejaban, muchos comenzaban a llorar, se retorcían del dolor, otros simplemente contemplaban el cielo, probablemente pensando en mejores momentos.

Los médicos trataban de ayudar a los soldados desde el piso, para mantenerlos estables y mandarlos a la guerra de nuevo, otros soldados pedían una inyección que los dejara en paz por siempre, pero eso no era una opción pues dicha inyección se había agotado. Todo se resumía a un escenario sin esperanza. 

Yocal simplemente se quedó en shock al ver a  su hijo de unos 7 años que se encontraba recostado en una de las camillas para enfermos, corrió hacía él lo más rápido que pudo, ella sabía que no podía ser nada bueno, entonces ambas miradas convergieron, pero los ojos de Marco no podían mirar a los de su madre porque el dolor cada ves se adentraba más en su pequeño cuerpo, sudaba como si estuviese en un horno, y su boca emitía el sonido más desgarrador jamás escuchado por Yocal.

Ella sentía tanta impotencia, miraba el grotesco hoyo dónde se escondía una bala, pedía al médico que hiciera algo pero él sabía que si intervenía al niño, jamás lo lograría pues la bala había perforado un órgano importante, no obstante Yocal insistía con lágrimas en sus ojos azules.

Entonces solo sostuvo la mano de su pequeño y aún con los bramidos de Marco, Yocal comenzó a cantarle sin cesar en medio de todo el alboroto,  creía que era lo mejor que podía hacer en esos instantes pues sabía que Marco jamás volvería a escuchar su voz.    

Yocal abrió sus ojos y se encontró nuevamente dentro del castillo, bajó su cabeza y muy en el fondo quería sentir algo por recordar aquel momento, quería poder sacar lágrimas de sus ojos pero sabía que eso era imposible. Entonces miró muy fijamente a Millenia, acomodó una de sus sábanas y luego se transformó en una esfera muy pequeña y desapareció de la habitación.

Por fin llegaba la mañana y  con ello la intensa luz que atravesaba la ventana del nuevo cuarto de Millenia, ella estaba acostumbrada a ser despertada con un beso en la frente, seguido de un glorioso desayuno, pero esta vez no había desayuno glorioso, sino una cubetada de agua fría por parte de uno de los timenoids del castillo, sus gritos desesperaban al timenoid así que le ordenó callarse y vestirse, pero Millenia seguía bajo su sábana llorando, entonces Raymond emitió de su boca 2 voces que parecían sacadas del mismísimo infierno.

- ¡Escucha ésto no es un castillo hotel, así que más te vale obedecer estúpida niña!

La cara de Millenia estaba totalmente pálida, su corazón palpitaba a todo lo que su organismo le permitía, entonces sin dudarlo se levantó de la cama pero notó que estaba desnuda entonces giro a su lado y tomo un vestido color gris que no tenía estampado alguno, sin dudarlo dos veces lo tomo con sus dos manos temblorosas y también se puso unas pequeñas botas negras, por lo menos ambos accesorios eran cómodos para ella.

Una ves que Millenia termino de abrochar la últimas agujetas de su botas, Raymond la dejó en paz y abandono el cuarto con una teletransportación, pronto apareció Yocal y Millenia corrió llorando a abrazarla, Yocal también la abrazo y le dijo que tenía que acompañarla a la sala del silencio, Millenia solo afirmó con su cabeza, pero antes Millenia  tenía que comer algo.

-  Yocal, me tratan muy mal aquí, quiero irme a casa tengo mucho miedo

- ... ¿Raymond te trato mal?

- Él no es una buena persona.

- Millenia lo siento es que él es un timenoid muy estricto en cuanto a disciplina

- ¿Timenoid? 

- Sí, Timenoid. Yo también soy uno pero trato de no ser tan dura en cuanto a disciplina.

- Pero eres una buena persona, mejor que ese Timenoid feo.

- Jajaja, la verdad es que Raymond no es muy agraciado así que tu comentario es muy atinado, pero hay algo que debes entender Millenia, tú eres la única humana que ha perpetrado este castillo, todos los demás que habitamos somos Timenoids.

Yocal se percató de un comportamiento muy inusual, ella no tenía humor desde hace mucho tiempo.

- ¿Soy la única...?

Yocal frunció el entrecejo pero rápidamente le siguió la conversación a Millenia.

- Sí, eres la única. BUENO señorita, como su plato ya no tiene proteínas, frutas ni verduras acompáñeme a la sala del silencio.

- Millenia asintió una ves más y siguió a Yocal hacia el salón del silencio.

MilleniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora