Capítulo tres

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Jungkook terminó exhausto, equivocándose tantas veces que había recibido más de un regaño y algunas miradas extrañadas de sus amigos; errar tantas veces no era usual en él, quien era uno de los mejores bailarines.

No obstante, no dejaba de pensar en "ChimChim", como lo había apodado. Luego de dejar el apartamento, su cabeza daba vueltas y Jungkook aún no comprendía por qué había asimilado y aceptado una situación descabellada con tanta facilidad.

El joven le había transmitido sus recuerdos a través del tacto sí, así que era imposible decir que fuera una persona normal, sin embargo, él sentía algo en su interior que lo empujaba contra toda racionalidad a confiar en él.

—¡Kookie! —Escuchó que una ruidosa voz lo llamaba—. ¿Puedo ir a tu casa hoy? Hace mucho no nos juntamos a jugar videojuegos —preguntó Taehyung de pie a su lado, sonriéndole.

Jungkook continuaba perdido en sus pensamientos y apenas oyó algo de lo que su amigo dijo.

—Sí, claro... —asintió despistado—. Quiero decir ¡No! —se corrigió con premura al recordar que ahora tenía a otra persona conviviendo con él, no podía decirle a su amigo que tenía a un ángel caído en su apartamento y era difícil mentirle a alguien que conocía hace tantos años.

Taehyung lo miró con ojos entornados.

—¿Sí o no?

—Tae, no te ofendas, pero estoy muy cansado, este día fue un desastre. —Se excusó, pero Taehyung continuó viéndolo suspicaz.

—El único desastre aquí fuiste tú ¿dónde tenías la cabeza? —Su amigo suspiró y le dio una palmada en la espalda—. Lo dejamos para otro día. —Le dedicó una de sus características sonrisas cuadradas y salió corriendo en cuanto vio una delgada figura pasar delante de ellos—. ¡Hobii! —Fue lo último que Jungkook oyó antes de perderlo de vista.

Luego de mirar la hora, maldijo para sus adentros al notar que la clase se había extendido una hora más por culpa de sus numerosos errores y ya había anochecido.

Lo más rápido que pudo recogió sus cosas y tomó el primer taxi que se cruzó en su camino, a pesar de confiar en el ángel, sentía que no era buena idea dejarlo solo por tanto tiempo.

Sin embargo al llegar se encontró con que en la sala había un silencio sepulcral, lo que no hizo más que preocuparlo.

—¡ChimChim! —lo llamó, dejando la mochila en cualquier parte fue a su habitación pero no lo encontró, ni en el baño, finalmente se dirigió a la pequeña cocina donde se encontró con el joven de pie frente a la mesada observando sus manos cubiertas de sangre.

Jungkook sintió que el aire escapaba de sus pulmones con semejante escena.

—¿Qué pasó? —preguntó llegando rápidamente hasta él y agarrando las manos del chico entre las suyas.

—Lo siento... yo... quería hacer algo para ti, pero no sé... —se explicó torpemente.

Jungkook abrió el grifo y puso las manos del ángel bajo el agua, cuando estuvieron limpias y sin rastro de sangre rebuscó en un cajón una caja de curitas y lo miró frunciendo el ceño.

—Solo son algunos cortes. —Con suavidad comenzó a cubrir las heridas—. Pero alguien tan torpe debería mantenerse alejado de los cuchillos de cocina —increpó, el joven bajó su mirada al suelo y Jungkook se sintió culpable de hablarle así cuando el chico había intentado hacer algo para él—. No quiero verte cubierto de sangre otra vez —susurró—. Me asusté.

El ángel levantó su mirada nuevamente, pero Jungkook continuó centrado en su tarea con las mejillas tenuemente rosadas.

Cuando terminó observó los dedos del joven cubiertos de pequeños parches, distrayéndose con la forma en que sus manos pequeñas, blancas y de piel tersa podían ser fácilmente cubiertas por las suyas más grandes, ya que mientras que sus dedos eran finos y largos, el joven tenía unos dedos adorables y rollizos.

Fallen [Jikook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora