CAPÍTULO 3 (1/2)- La casa del diablo

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Gracias a todos los que apoyáis esta kk de historia que hago con amorcito :D No os olvidéis de comentar todas las tonterías que se os vengan a la cabeza y de votar ^w^

Estaba tan preocupado que no estaba disfrutando de mi magdalena gigante de postre. Y llevaba chocolate fundido dentro. Sí, para no disfrutar algo así uno debe estar muy consternado. El motivo de mi gran angustia era ni más ni menos que el lelo con nombre de galleta que tenía por compañero de habitación en la vila universitaria.

Kookie ya estaba estupendo y su recuperación había sido gradual pero relativamente temprana, así que me alegraba mucho por él, aún así se había comportado de forma inusual.

En vez de seguirme hasta la cafetería de la plaza central me había pedido que me adelantase pues él llegaría algo más tarde. En un inicio creí que lo decía pues quería quedarse admirando el cactus nuevo que había comprado y sobre el cual había estado toda la mañana insistiéndome para que le pusiéramos un nombre ( ''Ay'' había sido el ganador, pues era lo que yo chillaba cada vez que pisaba el suelo y olvidaba que el pequeño cabrón estaba allí plantado).

Quedaban veinte minutos para que empezasen las clases y el maldito niño galleta no se había presentado. Le había prometido que le esperaría ¡Pero odio llegar tarde!

Al final acabé comiéndome la magdalena con pesar y opté por ir al baño justo antes de marcharme para las clases. Por si acaso le mandé un mensaje a Kookie avisándole y preguntándole si estaba bien.

Nada más abrir la puerta del aseo de hombres un fuerte olor a lejía subió como hielo por mi nariz y me provocó un intenso mareo y un pinchazo doloroso en el cerebro y los pulmones.

Un químico tan fuerte concentrado en un espacio tan angosto no podía ser bueno y lo averigüé de golpe tal cual entré ahí. Mis ojos estaban llorosos, respirar era molesto, incluso la garganta había comenzado a dolerme y estaba perdiendo el equilibrio.

No era la primera vez que me sucedía algo así, pero eso no le quitaba lo desagradable, por suerte sabía que con sentarme un rato y respirar calmado (evitando inhalar ese hedor, si era posible) se me pasaría.

Entré en el tercer cubículo, que era siempre el primero en ser limpiado y por tanto el menos apestoso, y me senté sobre el inodoro esperando que mi malestar me abandonara.

Respiré profundo y a la cuarta exhalación comencé a sentirme mucho mejor, pero algo me impidió que saliera. Oh, sí, algo sucedió y mi curiosidad de gato sacó mi lado fisgón.

Alguien había abierto la puerta con una violencia digna de ser admirada, de hecho yo mismo había pegado un bote desde mi posición al escuchar tal estruendo.

Los pasos eran dispares y podía dividirlos en dos conjuntos homólogos: Había pies decididos y elegantes que parecían poder romper el suelo y , junto a ellos, unos torpes y temblorosos.

Dos personas, una muy asustada, la otra, decidida. No sabía qué estaba sucediendo ahí dentro pero puedo asegurar que nada bueno, sobretodo porque después de que el sujeto atemorizante empujara al sujeto atemorizado contra la pared, comenzó a hablar y reconocí su voz.

- No te pasaré ni una más, ni una- nunca había observado esa falta de compostura en su voz. Cualquiera diría que hablaba calmado, pero para ser de Suga, su voz sonaba alterada, en sus palabras subyacía un rugido gutural de pura rabia.- Mantenlo alejado de mí, alejado de mi secreto. O volveremos a lo que pasó el año pasado. ¿Tu no quieres eso, cierto? V, disfrutaría tanto...- Yoongi había vuelto a su usual tono burlón, pero uno podía distinguir el sadismo en sus palabras ahora.

Su acompañante estaba al parecer tan aterrado que no articuló palabra, solo se le escuchaba sollozar y sorber. No le culpo, de ser yo quien tuviese que enfrentar a un cabreado Suga (o incluso sin que estuviese necesariamente enfadado) ya estaría orinándome en mis pantalones.

El don del dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora