III

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MARTHA

Charles... Se llama Charles Fuller, y no es un sueño. Es un hombre corpulento, los músculos se le marcan bajo la camisa. Hombros anchos, más alto que yo, de cabello oscuro y esos ojos que reconocería en cualquier parte.

Pero deben ser imaginaciones mías, niego con la cabeza y decido presentarme con cortesía.

Charles toma la iniciativa y entrelaza nuestras manos. Acto seguido, una ráfaga de sensaciones e imágenes se suceden unas a otras; dolor, sufrimiento, lágrimas, son opacadas por la mirada de amor más sincera que haya contemplado.

Mi respiración se acelera, la cabeza me da vueltas, me siento mareada e intento controlar los latidos de mi corazón para evitar que éste se me salga del pecho. Bajo la vista comprobando que seguimos manteniendo el contacto, reviso a mi alrededor siendo consciente de la gente que nos acompaña. Me falta el aliento, necesito respirar.

―Yo..., yo, necesito salir a tomar el aire. ―Me alejo lo más rápido que puedo y salgo a la calle.

Inhalo y exhalo sin control, cierro los ojos para intentar recomponer mis pensamientos. ¿Acaso estoy perdiendo la cabeza? ¿Qué me está ocurriendo? Jamás he experimentado algo con tanta intensidad con anterioridad.

Un vestido blanco de raso, la muerte de alguien que quiero, pétalos blancos y lágrimas derramadas. Nada tiene sentido, mi cuerpo tiembla y dudo que sea por la gélida noche. Me abrazo intentando alejar todo de mi cabeza.

―¿Te encuentras bien? ―Escucho a mi espalda y me giro para prestar atención a Susy.

―¿Podemos volver? No ha sido buena idea venir ―le comento con nerviosismo.

―¡Acabamos de llegar! ―Realiza un mohín exagerado con la boca, y pongo los ojos en blanco―. Además, precisamos de alguien que nos lleve.

―Pues entonces... ―me quedo callada un instante, pensando en cómo poder regresar.

―¿Qué hacéis ahí paradas? Hace un frío de muerte. ―No, él no.

―Aquí mi amiga que quiere marcharse ―me acusa Susy, regalándome una mirada asesina―. Haz lo que quieras, yo voy a entrar de nuevo ―me informa, cruzándose de brazos―, dudo que tanto Bridget como Kate quieran acompañarte.

―Están charlando con mis amigos y se las ve animadas. ―¿Y encima su voz tiene que ser así, grave y profunda, como la de un tenor?

Intento por todos los medios evitar su mirada, me da la sensación de que él tiene los ojos clavados en mí. Susy chasquea la lengua y comienza a alejarse. La sujeto del antebrazo para que no me deje a solas con Charles.

―Pero, ¿qué te pasa? Estás más rara que de costumbre.

―Mirad, si quiere irse puedo llevarla yo. ―Agrando los ojos y... caigo de lleno en el precipicio, nuestras miradas se unen.

―¡Estupendo! Problema resuelto. ―Mi amiga me da un beso rápido en la mejilla y se zafa de mi agarre con un movimiento inesperado―. Nos vemos mañana.

Pese a que en la calle hay varios grupos que entran y salen de los locales cercanos, un silencio algo incómodo se instala entre ambos al quedarnos relativamente solos.

―¿Has traído algún abrigo? ―me pregunta.

―Bridget insistió en que no me haría falta. ―Me froto los brazos.

―Mujeres... ―susurra por lo bajo. Se retira la chaqueta y, sin pronunciar nada más, me cubre los hombros con ella―. ¿Mejor?

Asiento sin saber muy bien qué decirle, quizás un «gracias» sería lo apropiado, pero me he quedado muda. Sujeto los extremos cubriéndome como puedo con ella, disfrutando del calor residual que aún desprende e inhalo descubriendo algo que me es familiar.

Premonición. Slow Death 0.5Where stories live. Discover now