Martha
Buckinghamshire, 1973.
Me despierto en plena noche con el corazón palpitándome en los oídos. Intento controlar la respiración y me agarro el cuello del camisón contando mentalmente las bocanas de aire que realizo. Jamás me acostumbraré a esta sensación. No logro saber el motivo por el cual me ocurre este tipo de cosas y mucho menos entiendo su significado.
Me incorporo para sentarme en el borde de la cama. En los últimos días las temperaturas han bajado y un escalofrío recorre mi cuerpo al posar la planta del pie sobre el suelo.
Extiendo la mano y tanteo en la oscuridad, ¿dónde puede estar el vaso de agua que dejé en la mesita?
En cuanto doy con él, me lo llevo a la boca con ansia y doy un sorbo prolongándolo hasta no dejar ni una gota en su interior.
La luz del pequeño dormitorio es encendida sin previo aviso por mi compañera de dormitorio, Susy. Entrecierro los ojos con molestia.
―¿Qué hora es? ―pregunta mientras bosteza. Se frota los ojos con las palmas de las manos e hinca el codo en el colchón―. ¿Otra pesadilla?
―Son las seis y media ―le respondo con rapidez al observar el reloj que tenemos en la mesita que compartimos―. Voy a aprovechar para ir al vestuario antes de que las demás se despierten.
―Las clases no comienzan hasta dentro de dos horas. ―Se gira tapándose con el cobertor.
Una vez que tengo entre las manos tanto la toalla como la muda, camino por el pasillo dirección al baño que tenemos en esta planta de la casa donde resido. Vivo aquí con una de nuestras maestras, la señorita Sue, y otras cuarenta y cuatro compañeras. ¡Como para no tener prisa e intentar ser una de las primeras!
El agua tarda en calentarse y cuando creo que ya no me hará quedar como un cubito de hielo, me meto bajo el chorro diminuto que sale. Cierro los ojos mientras extiendo el champú, me lavo con detenimiento la larga melena, y de nuevo vuelve a suceder.
Mi ritmo cardíaco aumenta y la respiración se me corta de golpe. La mirada intensa de un hombre logra que mis piernas tiemblen. No soy capaz de vislumbrar un rostro, ni un perfil aproximado. Sólo tengo como referencia ese hermoso color castaño oscuro con diminutas virutas de un bonito color ámbar, rodeado de un misticismo que me pone el bello de punta.
Oigo el murmullo de las chicas a lo lejos y vuelvo en mí con la sensación de estar entre dos mundos. ¿Quién es este chico que se me aparece sin previo aviso? Porque si de una cosa estoy segura es de que esa mirada es la de un hombre.
Los días transcurren con normalidad sin más sobresaltos. Camino por las cercanías del edificio principal, cansada de ver siempre las mismas caras y tener las mismas actividades constantemente. La institución recibe este fin de semana a varios grupos de padres interesados en internar a sus hijas para el próximo curso y que formen parte del exclusivo colegio para chicas al que tengo el placer de asistir desde que tengo once años. Si alguien me preguntara qué opino de todo ello, les diría que, antes de decidir nada, pidieran la opinión a su hija sobre qué es lo que desea, y no como hicieron los míos conmigo.
«Mary Ladies Collage tiene una larga y distinguida historia y se mantiene fiel a los estrictos valores de la directora fundadora, Miss Mary Winter. Ésos serían: la búsqueda de la excelencia, el desarrollo de los talentos de cada alumno, fomentar la creencia en Dios y la comprensión de las necesidades de otros». Pongo los ojos en blanco al oír el discurso que cada año les ofrece la directora del centro cuando éstos pasan por mi lado.
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Premonición. Slow Death 0.5
Short StoryRelato corto de mamá Fuller (Madre de Adam Fuller en Slow Death). Por y para Deathladies, y Deathbrothers.