| Capítulo 2 |

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Narra Christian

Durante toda la noche he estado vigilando a Kimberly. Pero cuando no veo a Jason ni a ella me preocupo, no suelo perderla de vista, hoy está siendo un día muy raro. No quiero que se meta en follones o que haga cosas de las que después se pueda arrepentir. No suele hacer eso, pero nunca se sabe...

—Marta, ¿has visto a Kim?— ella es la chica que me estaba mirando antes todo el rato, hemos estado hablando y ha habido una confusión. No me miraba a mí, sino a Kim...

    Si, a Marta le gusta Kim. La cosa es que le da mucha vergüenza y sabe que ella le rechazaría. Entonces prefiere intentar tener una amistad. Mejor algo que nada, ¿no?

—Ahora que lo dices. Llevo unos minutos sin verla, no sé, a lo mejor ha ido a la barra a pedir algo y puede que no te hayas cruzado— verdad, no lo había pensado.

    Vuelvo a ir a la barra por si se me ha pasado. Porque al estar de espaldas puede que no la viera o reconociera, a estas horas no distingo muy bien. Me intento fijar detenidamente, pero nada, ninguna es Kim. ¿Dónde se ha metido esta señorita? Luego dice que no me encuentra en el instituto.

—Marta, me está preocupando, no la veo por ningún lado, ves al lavabo de mujeres por favor. Que es en el único sitio que no he mirado, simplemente porque no puedo entrar.

—Vale tranquilo, voy a mirar y ahora te digo. Relájate.

—Muchas gracias, perfecto.

Pasan unos cinco minutos cuando vuelvo a ver a Marta, sola. Sin compañía.

—¿Algo?— le pregunto esperando una respuesta afirmativa.

—Nada, ahí no está... Lo siento, no tengo ni idea de dónde puede estar. Sinceramente, esto es muy grande. Puede ser que cuando tú la busques en un lado ella esté en el otro y así. A lo mejor simplemente es que no coincidís. Envíale un mensaje, por si acaso.

—¡Ostia! No lo había pensado. Buena idea.

Mensaje de Chris
Kim, ¿se puede saber dónde estás? Te estoy buscando por todo Amnesia y no te encuentro...

Mensaje de Chris
Me estás preocupando, nunca te separas de tu móvil.

Mensaje de Chris
Por favor, contesta.

Llamada perdida a Kim

Llamada perdida a Kim

—Nada, no contesta. Tampoco coge el teléfono. Ahora sí que me preocupo, me va a dar algo.

—Tranquilo, puede que se haya quedado sin batería, o incluso que lo tenga puesto en silencio.

—Nunca. Ella siempre tiene batería y el móvil es como el sexto dedo de su mano, no se separa de él. Las únicas veces que no contesta es cuando está durmiendo o comiendo.

—Entonces es muy raro...

—¿Ahora entiendes porque estoy preocupado?— un día de estos está niña me mata de un infarto.

—Si, espérate cinco minutos a ver si te llama. Sino miramos otras opciones.

—Vale...

Sigo sin saber nada de ella, cuando giro la cabeza y me parece verla a lo lejos. Rápidamente me cuelo entre la gente, empujando a un par de personas. Me disculpo por eso y me ponen cara de pocos amigos, pero sigo yendo hacia donde la había visto. Cuando ya me encuentro ahí, no está. Es como si hubiera desaparecido. Miro a mi alrededor por si se hubiera movido algunos pasos, pero nada. Empiezo a pensar que el haberla visto han sido imaginaciones mías.

—Marta, me ha parecido verla, pero luego... ¡Puf! Desaparece. ¿Crees que son imaginaciones mías? ¿Me estoy volviendo loco? Dios, se me está yendo la cabeza— me pongo las manos junto a la sien. Me estoy estresando mucho.

—No, yo creo que estás tan preocupado por encontrarla que te parece verla en gente que a lo mejor se parece. Pero no estás loco, tranquilo. La encontraremos. De eso estoy segura.

—¿Como puedes estar tan segura de que la encontraremos y de que no estoy loco?

—Pues porque a mí me ha pasado el ver a una persona cuando pienso todo el rato en ella. Y la encontraremos como que me llamo Marta Linares. Ahora que lo pienso...— sin dejar que termine la frase la interrumpo.

—¿Qué piensas?— mi tono suena un poco desesperado, pero ya no aguanto más.

—¿Es posible que se haya ido a casa? Piénsalo...

—No creo, me habría llamado. Somos inseparables.

—¿Estás seguro de que nunca se queda sin batería?

—Segurísimo, porque es prevenida y lleva encima una batería portátil por si acaso.

—Pues echamos un último vistazo por aquí dentro y sino llamamos a su casa.

—Vale, me parece bien.

    La buscamos por toda la discoteca. Cuando me doy cuenta de que dentro no está (otra vez), me viene la idea de que puede que este fuera, tomando el aire. No sé cómo no se me ha ocurrido antes. Salgo por la puerta cuando escucho un grito. Giro la esquina corriendo para ver quien ha gritado, me pego un pequeño resbalón que me hace caer de culo al suelo. Me levanto y continúo corriendo.

Al mirar veo que es Kimberly, voy como una bala hacia su dirección. Me la encuentro en el suelo tumbada, pero lo peor es que tiene dos marcas el cuello, como de colmillos... La herida es reciente. No me quiero ni imaginar que habrá pasado. Esto es muy irreal.

    Cojo a Kim en brazos, ya que veo que no tiene fuerzas para ponerse de pie, ni siquiera para hablar. Me doy la vuelta para poder entrar e intento abrir la puerta. Oigo un ruido, me doy la vuelta y veo un par de ojos que relucen intensamente, rojos como la sangre. Me miran fijamente, des de muy de cerca, demasiado en mi opinión. Tanto que lo único que veo son sus ojos, no logró ver nada más del individuo. En cuestión de segundos... Al pestañear desaparece.

    Vale, esto es muy extraño, ahora mismo estoy flipando. Estas cosas no pasan y menos a mí. ¿Qué coño está pasando? Ahora sí que me estoy volviendo loco.

    Volviendo a Kimberly, veo que necesita agua, está un poco deshidratada. A punto de entrar por la puerta me da una extraña sensación, como sí nos estuvieran siguiendo. Me giró unos segundos para comprobar de que no hay nadie. Y así es, estamos solos. Entro con Kimberly aún en mis brazos. La dejo delicadamente en unos sofás que hay cerca de la puerta, en la zona vip.

Así, sin más®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora