En el cementerio de mis ilusiones, donde yacen los sueños del pasado se pierden los recuerdos de antiguos amores; bajo un mar negro duermen las alegrías y las tristezas que un día me hicieron sentir vivo, mientras que amargas lágrimas se mezclan en él con la sangre de viejas heridas no cerradas. Junto a ellas cientos de lápidas son el mudo testimonio de las personas que pasaron por mi vida y de alguna forma la cambiaron. Ahora al mirar hacia atrás la nostalgia me invade de nuevo pero esta vez no dejo que me venza.
De nada sirve arrepentirse de lo que no hicimos o dijimos, cuando estás en el ocaso de la existencia ya no hay segundas oportunidades.
El tiempo es a veces un cruel compañero, implacable, un camino sin retorno. Pero ahora cuando mi vida llega a su fin pienso que quizás no lo hice tan mal.
Cierro los ojos cansado y me dejo llevar por el destino, no tengo miedo, se que me están esperando y ese anhelo se lleva mi último suspiro.