Despierto sobresaltado, la oscuridad me rodea y fuerzo los ojos para intentar ver el camino, pero no sirve de nada, todo es negro a mi alrededor.
Hace mucho que perdí la luz que me guiaba, y desde entonces he intentado por todos los medios volver a encenderla pero no he podido.
He andado sin rumbo pero sin detenerme, había algo en mi interior que no me permitía parar, quizás el miedo de saber que si lo hacía no podría volver a arrancar.
Era como un autómata, mi caminar no tenía sentido, no había ningún destino, nadie esperándome al final del trayecto, pero yo continué mi marcha.
Ha sido un camino solitario y silencioso, y al final me venció la desesperación.
Ahora estoy muy cansado, me he sentado mirando al cielo, buscando esa estrella que me guiaba, pero ella tampoco está conmigo, como todos, me ha abandonado.