2. Wolfville

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Año nuevo, vida nueva.

Eso dicen, vamos a probarlo, este año entro a la escuela secundaria, pero no en mi ciudad. Junto con mis padres nos mudamos a un pueblo cerca de Boston en el que prácticamente nos regalaron la casa en la que viviremos.
Todavía nos preguntamos como la conseguimos tan barata.

Llegamos al pueblo cerca del mediodía, pero estaba todo desierto salvo por alguna tienda mugrienta y plolvorosa con algún viejo casacarrabias esperando para atender a alguien.
La casa no está en las afueras pero tampoco está en la zona más céntrica.

Llegamos y desacemos las maletas, nos acomodamos, escogemos habitaciones y todo lo demás. Yo escojo una habitación al fondo del pasillo del tercer piso. La casa está un poco vieja y desmadrada, pero mi madre afirma que con unas cuantas reformas poco a poco irá retomando la vida.

Tenemos la tarde libre hasta las seis, así que ddcidimos ir a explorar el pueblo. Encontramos mucha gente de la tercera edad y calculamos que no más de ciento cincuenta habitantes, aunque podría albergar a unas trescientas personas más.
Un pueblo fantasma, aunque aquí encontraremos la paz que buscaban mis padres, y podríamos conseguir traer a unos cuantos amigos de mi antigua ciudad para revivir la ciudad.

- Son las seis menos cuarto, deberíamos ir marchando hacia el ayuntamiento para cerrar la compra de la casa. -Dice mi padre impacientándse por la puntualidad como siempre.
Cuando faltan un par de minutos para las seis oímos un aullido proviniente de algún lugar del pueblo, seguramente en las afueras.
Me inquieto al mirar por la ventana de la sala de espera del ayuntamiento y ver la luna llena, aunque me digo que he visto demasiadas películas y esto es completamente normal.

Por fin sale un viejo de espalda curvada y pelo largo y grasiento acompañado de un gato en el mismo estado. Nos mira por un momento con desdén con sus ojo verdes penetrantes y luego se marcha.
Entramos al despacho y el alcalde está sentado en su silla giratoria demacrada por el tiempo y el uso. Parece agotado como si acabara de estar en una pelea de lucha libre, con gotas gruesas de sudor resablando por su frente.
-Joan Fer... nández -Dijo el alcalde entrecortadamente, parecía que le faltase el aire.

Antes de que mis padres pudieran presentarse se escuchó otro aullido, esta vez anormalmente cerca, seguido de un grito humano de desesperación. Y aunque todavía no era totalmente oscuro la luna llena ya se veía perfectamente.
Todo fue un silencio incómodo hasta que el hombre que había salido previamente de aquel despacho irrumpió en la sala gritando:
-¡La señora Norris! ¡Mi pobre gata! ¡Se la han comido esos lobos mutantes! Tiene que hacer algo ya, o este pueblo llegará a su fin devorado por un puñado de mutaciones de lobos.
El alcalde ya no parecía respirar y en el momento en el que el señor se marchó se deplomó en su butaca y pareció desmayarse. Unos minutos después Joan les dijo que sería mejor que se marcaharan, que esos día el pueblo no era seguro, a lo que, ellos con miedo a esos lobos se marcharon casi corriendo a la casa en la que rehicieron las maletas a toda pastilla e intentaron marchar antes de las ocho.
Fui corriendo a mi habitación y al entrar en mi cama estaba el gato muerto con un papel al lado que decía "tú no te vas, tu alma se quedará en esta habitación con las anteriores."
Entré en pánico e intenté salir pero no pude, había algo semitransparente reteniéndome y tapamdome la boca. Acto seguido aparecieron un par más de lo que parecían ser fantasmas y con mi ropa me ahoharon lentamente hasta mi muerte. Lenta y dolorosamente me pasé al lado de los muertos con los fantasmas que me recibieron con risas macabras explicándome que todo ser que hubiera decidido habitar en aquella habitación sería matado en su primera noche de luna llena.
Sus padres intentaron escapar, pero a mi padre lo comieron un par de lobos, estirando de todos los lados para separarle las extremidades y comerselo entero allí, en medio del pueblo maldito. Mi madre consiguió llegar a la ciudad, avisó a la policía, pero no le creyeron, pensaban que iba ebria. A consecuencia de ello se volvió loca y la enviaron a un manicomio y allí pasó el resto de sus días hasta que consiguió suicidarse.
En cuanto a mí, yo me quedé con los fantasmas, nos hicimos buenos amienemigos y seguimos con la tradición de la casa con una sola vícima más, hasta que Wolfville fue investigada por los múltiples sucesos de los últimos años y se cerró para siempre mas.
¿O alguien osaría volver a entrar allí?

La Casa del Terror [cringe] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora