"El universo no solo tiene una historia, sino cualquier historia posible"
Stephen Hawking
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Colores rosados y amarillentos comenzaron a cubrir el cielo. Estaba anocheciendo. Yo estaba sentada sobre la húmeda hierba del prado próximo a Arie.
El suave resplandor del sol me alumbraba el rostro, y la hierba me acariciaba las manos.
El cielo se fue oscureciendo cada vez más, hasta que anocheció por completo.
Me tumbé y observé la luna, que tenía un extraño color violeta muy pálido, cosa que me parecía extraña. Podría estar allí toda la noche, pero tenía que volver a casa.
Me levanté despacio y comencé a andar por la hierba hacia el camino que llevaba a mi pueblo. Llevaba viviendo allí toda mi vida.
Ahora ya no había muchos habitantes en la aldea, debido a que muchos la abandonaban, a causa del horrible rey que gobernaba la aldea desde hace cinco años.
Había llegado escoltado por muchos soldados y se había proclamado rey tras la desaparición del antiguo.
Y el día que apresó a mi mejor amiga Lena y a su familia para que trabajaran para él, mi odio aumentó. Cada vez que recordaba ese día, sentía una puñalada en el pecho y ganas de llorar.
Dejé mis pensamientos a un lado y continué andando entre las hayas de gran altura.
Ya se había hecho de noche por completo, pero la luz de la luna alumbraba el camino y podía ver perfectamente. Empecé a correr para llegar lo antes posible.
Entonces me di cuenta de que me estaba clavando las piedras de camino en los pies, y me puse los zapatos que había estado llevando en la mano hasta ese momento.
Unos minutos después llegué a la aldea. Apenas había gente por las calles, pues ya era de noche y todos estarían en sus hogares; enseguida vi mi casa.
—¡Hola! —saludé a mis padres alegremente, los dos estaban en la cocina con una cara muy seria. Eso me puso algo nerviosa— ¿Pasa algo?
—Hola Anne —mi padre me devolvió el saludo, mi madre se quedó callada.
Mis padres entrelazaron una mirada y a continuación me volvieron a mirar. Mi madre fue la siguiente en hablar:
—Mañana nos vamos al bosque oscuro. No podemos seguir aquí con este rey.
Un inmenso silencio inundó la cocina. ¿¡Por qué no me lo habían dicho antes!? Me sentía decepcionada.
—Podíais habérmelo dicho antes —les reproché.
Sin darles tiempo a decir nada más subí a mi pequeña habitación corriendo.
Me tiré sobre la cama y cerré los ojos, que estaban algo humedecidos. Era verdad, debíamos irnos y librarnos de ese rey, pero me molestaba que no me lo hubieran dicho antes, y me molestaba aún más tener que irme de mi hogar. Tampoco tenía muchos amigos de los que despedirme, ya que la mayoría se habían ido también, pero de todas maneras me daba pena.
Me levanté y comencé a preparar las cosas que me llevaría. Evidentemente no podría llevar todos los objetos de la casa. Cogí una pequeña bolsa de tela y miré a mi alrededor. No sabía que llevaría y que dejaría. Era una decisión difícil, ya que tenía muchos recuerdos, y lo peor de todo era que la tenía que tomar a unas horas de mi partida.
Primero metí un vestido rojo que me había regalado mí madre hace poco, cuando estaba mirando que más meter, mis pensamientos fueron interrumpidos por unos pasos que provenían de las escaleras.
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ANNE ©
FantasySiglo XI Reyes tiranos, soldados y bandidos. Todos ellos forman parte de la aventura que protagoniza nuestro personaje principal, Anne. Una niña cuyos ojos pardos la diferencian del resto. Un nuevo rey sin escrúpulos se apodera del trono y echa a lo...