A la mañana siguiente me levanté muy temprano. Cogí unos frutos de la bolsa de mi padre, y mientras los comía me situé a la salida de la cueva y esperé ansiosa a que Lía llegara.
Los pocos pájaros que habitaban en el bosque silbaban creando una dulce melodía que hacía que ese lugar no pareciera tan tenebroso. Era una bonita melodía, y algo extraña a la vez.
«Quizás solo me parece a mí extraña, y en realidad es una melodía normal», pensé.
Un rato después, Lía aún no había llegado. Quizás estuviera durmiendo, o quizás vendría más tarde.
Vi algo moverse entre los arbustos, y miré sonriente, esperando que fuera Lía, pero lo único que salió fue una ardilla. Me di la vuelta y suspiré. De repente noté un aliento en mi nuca y me di la vuelta, alarmada. Detrás mía se encontraba Lía.
—No te lo esperabas, ¿eh?
Yo sonreí.
—No, la verdad no me lo esperaba —tenía curiosidad por preguntarle una cosa a Lía, me rondaba en la cabeza desdé que la había visto, apenas la había conocido hace unas horas—. Dime, ¿tienes trece años como yo?
Para mi sorpresa Lía soltó una carcajada. Quizás aunque aparentaba mi edad era algo más mayor.
—En tu raza si, tendría trece años, pero en la de los elfos tengo ciento treinta y seis —al ver que yo la miraba sorprendida sonrió más—. Pero tu piensa que tengo trece y que soy humana, te resultara incómodo estar con alguien que te lleva algo más de cien años.
Sinceramente, prefería pensar que tenía trece.
Desde que Lía había llegado, no había podido evitar mirar que en la mano llevaba una espada.
—Es para ti —dijo y me la dio al ver que la miraba—, también te he conseguido esto —prosiguió y me tendió una capa verde como la que llevaba ella.
Rápidamente me puse la capa y en un cinturón ,que también me había dado Lía, coloqué la espada para poder desenvainarla fácilmente.
Me puse la capucha de la capa y miré a Lía. Ella me hizo un ademán de que la siguiera para adentrarnos en el bosque. Me dijo que vendríamos cuanto antes para no preocupar a mis padres.
Lía observó a su alrededor, y dijo que seguiríamos recto.
No se oían ruidos de criaturas demasiado cerca, así que caminábamos tranquilas. Cada una llevaba una pequeña vela para alumbrar. A pesar de no querer atraer criaturas también era necesario ver algo entre toda esa oscuridad.
Me acordé de lo que había dicho Lía ayer sobre mis ojos, pero decidí no darle más vueltas.
—¿Por qué no vamos por los árboles? —pregunté—Sería más fácil.
—Eso creía yo al principio, pero no —respondió Lía —. También hay criaturas aéreas —se quitó la capa y se subió la manga de la camiseta verde que llevaba: en el brazo tenía una enorme cicatriz—. Y esta cicatriz, me la hizo una de ellas. Hay que tener mucho cuidado, y ir por los árboles no es un juego.
Continuamos andando sin decir nada. Se empezaban a oír criaturas bastante cerca. Solo esperaba no separarme de Lía en ningún momento. Los sonidos provenientes de criaturas me desconcertaban y me molestaban. Cada vez se oían más y más cerca pequeños rugidos.
Quizás habría más de diez criaturas acechándonos, porque se oían muchos sonidos y cada uno diferente del otro.
—Quieta —añadió Lía agarrándome del brazo.
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ANNE ©
FantasySiglo XI Reyes tiranos, soldados y bandidos. Todos ellos forman parte de la aventura que protagoniza nuestro personaje principal, Anne. Una niña cuyos ojos pardos la diferencian del resto. Un nuevo rey sin escrúpulos se apodera del trono y echa a lo...