Capítulo 1

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MICHI


Penes; una palabra. Tantas variedades; Largas, chicas, grandes, pequeñas, gruesas, delgadas...

O al menos eso me han dicho, no podía tener la certeza de que eso era cierto, ya que no había visto ninguna en vivo y en directo. O simplemente era marketing. Porque si éramos sinceras la porno no contaba, ¿o si? Bueno, no lo sé. Lo que si sabía era que quería experimentar todo eso que Jacky, una de mis mejores amigas, tanto mencionaba cuando tenía oportunidad de decirlo. Saber el verdadero significado del placer mismo. Y aunque deseaba tanto quitarme la sed, simplemente no podía. ¿Cómo era posible? Habiendo tanto hombre fácil y dispuesto a tomar esa pequeña flor desprotegida y hermosa. ¿Cómo es que seguía siendo virgen a mis dieciocho años? Eso era fácil. Deseaba lo que toda chica con hormonas alborotadas ansiaba.

Buscaba fuego.

No deseaba cualquier chico o cualquier pene, deseaba un hombre capaz de hacerme suplicar por una caricia, deseaba temblar de deseo por una simple caricia. Quería que mi primera vez fuera pasional.

Quería ser adicta a un solo hombre. A hombre. Quería decir orgullosa que mi amante me había follado bien, estupendamente. Cualquier maldito adjetivo que indicará que estaba saciada.

En síntesis, estaba en busca de mi único hombre. Y eso era complicado cuando me la vivía rodeada de idiotas descerebrados. No quería decir con esto que no había chicos sexis en mi colegio, ¡pues claro que los había! Pero ninguno que me lleve a la libido que deseaba. Ni siquiera Julián, el chico más sexy de Royal Diamonds. Y aunque ese bombón estaba como quería, realmente no podía tocarlo ni mirarlo de forma lasciva, ya que era el hombre de Johana, otra de mis mejores amigas, una chica con el cabello oscuro y con los ojos grises más lindos que había visto en mi vida. No era tampoco sorpresa que Julián estuviera embobado por mi amiga. Por la atracción mutua que existía y por mi lealtad a Johana, había dejado a Julián fuera de las ligas. No obstante, ellos no sabían eso y me encantaba molestar a esa pareja en singular todo el tiempo y dándole a entender que estaba interesada en el rubio. Era divertido ver a Johana celosa y Julián intentando rechazarme para que mi amiga no se molestará con él.

En fin, volviendo a mí, ya que lo de ellos era otra historia...decía que necesitaba un pene. Con urgencia.

Pero que lastimosamente estaba en celibato forzado, ya que mi hombre no había llegado a mi vida, no había visto a nadie que me hiciera sentir, aunque sea una minúscula pizca de deseo. Era como si la chica de allá abajo estuviera dormida todo el tiempo

Así que podía ver, pero no sentía nada.

—Dámelo pronto—miré a la luna, queriendo sobornarla con algo para que me dijera dónde tenía escondido a mi hombre. No hubo respuesta a mi plegaria interna. La maldita luna se guardó el secreto mientras me miraba desde su trono toda sonriente.

—¿Tengo que llamar al manicomio? —Ryan se sentó en una de las sillas a mi lado y me tiró una soda—. Parece que cada vez que vuelvo a casa te encuentro mas loca. ¿Ahora hablas sola? Estoy empezando a asustarme, hermanita.

No lo miré, solo saqué mi brazo para que pudiera ver mi dedo de en medio.

Ryan se echó a reír.

—¿Cómo está Yramaika? —abrí la soda, empecé a tomarla—. ¿Ya se dio cuenta que eres un imbécil y ha decidido dejarte?

—Eres tan graciosa—simuló una risa, y me miró con irritación—. Pero no, no me ha dejado. Y tampoco lo hará.

—¿Por qué no? Es obvio que hay chicos más guapos en tu facultad y ella es preciosa. Cualquier chico desearía verte caer. Y creo que ya pronto lo vas a hacer.

Enséñame Pecando.(+18)[Serie Atracción] Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora