Capítulo 2

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DYLAN

Cuando el amigo de mi madre me pidió un favor, esperaba que me pidiera dinero o alguna donación, pero no. Él quería que fuera un maldito profesor. ¿Qué sabía yo de enseñar? No sabía nada. Pero, aun así, aquí estaba parado en un colegio solo por qué estaba siendo obligado a comportarme como un adulto responsable y funcional, como había dicho mi madre para que no siguiera trabajando en mis pasatiempos sin sentido. Ese pasatiempo como mi madre despreciaba tanto me estaba dando varios dígitos en mi cuenta. Y aunque me desesperaba su forma de pensar, tampoco quería disgustar a mi madre, así que simplemente había aceptado a regañadientes la condición que me había dado. Solo tenía que dar clases durante seis meses para ayudar a su amigo y sería libre de hacer lo que quisiera sin ser sermoneado en cada reunión familiar. Era un pequeño sacrificio que estaba dispuesta a aceptar. No obstante, apenas estaba saliendo de una reunión con Gabriel Salazar y ya tenía a una chica insinuando que mis manos podían estar en todo su cuerpo. Era halagador. Pero no estaba disponible para cualquier chica. Y menos con alguien que estaba seguro le llevaba más de cinco años. No, inadmisible.

—Eres apenas una niña—espete a la chica, más tajante de lo que había esperado. Pero observando como la chica retrocedió asustada, entonces no sentí ningún tipo de arrepentimiento. Dios, no solamente no era ético, podría ir a prisión. ¿Cuántos años tenía? ¿Era mayor de edad si acaso? —. ¿Por qué no consigues a alguien de tu edad y me dejas de estar haciendo sugerencias tontas?

¿Había sido lo suficiente claro? Dios, esperaba que sí. La chica al principio parecía estar paralizada, quizás demasiado sorprendida por la censura que reflejaba mi mirada. Y, por si fuera poco, mi altura me hacía lucir más intimidante.

—Solo tenías que decir que no estabas interesado—susurró con reproche. Ella empezó a retroceder hasta que salió corriendo por el estacionamiento. Suspiré viéndola irse un poco exasperado por su dramatismo exagerado.

—Es lo que te dije, maldita sea—murmuré. Cepillé mi cabello, totalmente cansado de esto. Ni siquiera había empezado a enseñar y ya las hormonas adolescentes ya me estaban causando problemas. Además, tampoco había sido tan cruel. Solo había sido honesto. Giré mi cuerpo, e ir a mi auto, pero al hacerlo, me detuve de golpe. Había una chica mirándome fijamente. Su cabello era de un rojo intenso, se veía tan irreal, y unos ojos verdes tan intensos que parecían esmeraldas. Es preciosa. De pronto me sentí como un hipócrita.

No había pasado ni unos segundos en haber rechazado a una chica, que estaba segura era de su misma edad, y ya mi cuerpo se estaba endureciendo por esta chica que aún no sabía ni siquiera su nombre. ¿Acaso me había escuchado lo que le había dicho a su compañera? Recordé la escena anterior, y casi hice una mueca al darme cuenta de que había afirmado de que era una niña. Y no es que fuera mentira. Pero ver a la chica de enfrente, con el mismo uniforme, hizo que todo se sintiera mal. Quería deshacer esas palabras que le había dicho a la chica anterior, no ser tan cruel, no quería hacer llorar a esta chica. Pero era algo imposible. Las palabras ya habían sido dichas.

Quería dejar de mirarla. Pero parecía idiotizado por su belleza, por la forma como me veía. Ella no disimulaba su interés, se veía que me deseaba. Lo más jodido de la situación es que yo también la deseaba a ella. Mi erección era la prueba de ello. Por un segundo, me imaginé llevarla a mi departamento y follar ese hermoso cuerpo en todas las posiciones que ella deseará. ¿Le gustaba lento y suave o duro y sucio? Mi gusto particular siempre había sido lo segundo. Pero por esta belleza, podía adaptarme. Céntrate. ¿Acaso no me había dicho que no quería problemas?

Nos quedamos mirando mutuamente, era casi imposible dejar de hacer, se sentía eléctrico. Y totalmente excitante. Nunca me había pasado esto. Esa necesidad de hacer que mis manos la tocarán. Lo que me puso todavía más duro fue esa mirada lasciva que estaba dirigida hacia mi pene, ella no disimulaba su interés, lo veía como si fuera su sustento, su propiedad.

Enséñame Pecando.(+18)[Serie Atracción] Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora