Capítulo 4

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MICHI

Todos mis intentos por acercarme al profesor Colton fueron un fracaso total, y con cada intentó fallido, mi ira iba incrementando de grado. Pasaron semanas para que pudiera acercarme a mi profesor de inglés, sentía que, para ese momento, ya mis amigas se habían olvidado de nuestra conversación. Es más, estaba empezando a creer que había alucinado sobre esa mirada hambriento en los ojos de mi profesor de inglés. Para ese momento, mi determinación se había acabado y estaba en busca de un sustituto.

Matías Yell fue el candidato perfecto. Ni siquiera me importó darle la razón a Albina sobre el chico, lo único que deseaba para ese momento era de deshacerme de la frustración sexual. En momentos desesperados se tomaban medidas desesperadas. Y yo estaba bastante desesperada.

Por lo que un día, totalmente enojada y frustrada sexualmente, abordé a Matías terminaron las clases. El chico se hizo hacía atrás de manera sorpresiva cuando me vio aparecer de repente en un pasillo totalmente vacío, por donde estaban las oficinas de los profesores, pero ya que era demasiado tarde, ellos habían salido desde hace una hora. Lo que hizo una oportunidad perfecta para acercarme al chico. Quería decirle algo a Matías, cualquier cosa que me diera la oportunidad de sugerirle un encuentro casual, pero simplemente no tenía idea de cómo comenzar un coqueteo a alguien que realmente no deseaba.

—H-hola—tartamudeó Matías cuando invadí su espacio personal. Estaba segura que casi podía oler el miedo saliendo de sus poros. Pero es que, aunque deseaba detenerme, sentía que el chico era mi salvación.

—Hola, Matías, escuché algo por ahí y quería saber si era cierto—mi voz no podía oírse más insinuante—. ¿Es cierto que te gusto?

—¿Eh? —se veía sorprendido y horrorizado en partes igual—. N-no, no es cierto—contestó tartamudeando mientras observaba que mi mano se apoyaba en su pecho.

—Eres lindo, ¿sabías?

—¿En serio?

—Si—susurré apoyando mi cuerpo al suyo, y Matías se veía paralizado sin saber cómo reaccionar, sus manos estaban suspendidas en el aire, sin saber si tocarme o no. Lo ayudé a resolver su dilema. Tomé sus manos y las coloqué en mi cadera. El chico tembló visiblemente.

—¿P-por qué haces e-esto? —preguntó Matías casi colapsando. Me incliné más cerca, dispuesto a decirle las razones, quizás se compadecía. Todos los chicos buscaban sexo, Matías no podía el único que no.

Sonreí, y me acerqué a su cuerpo, rozándolo.

—Porqué...—comencé a responder, levantando mis manos y querer tomar su rostro, pero una mano masculina, grande, y con una fuerza descomunal evitó que lo hiciera.

—Señorita Murphy, ¿se puede saber que está haciendo? —dio un tirón, obligándome a alejarme completamente de Matías y enfrentarlo—. ¿Por qué estás acosando a tu compañero?

Era mala idea, totalmente equivocada, pero no pude evitar alzar la vista. Y al hacerlo, sentí que una marea de lujuria me golpeó directamente, haciendo que mis paredes vibraran con fuerza. Podía sentir que mis bragas empezaron a humedecerse a causa de mi excitación. Quería no sentir tal atracción por este hombre que me miraba con el ceño fruncido, pero era imposible. Mi cuerpo respondía a sus miradas, a ese agarre duro que tenía sobre mi muñeca. Como si fuera más evidente del deseo que sentía por él, mis pezones empezaron a endurecerse. Mi profesor se dio cuenta de ello, y dirigió su atención a Matías.

—Vete al comedor, estaré hablando con la señorita Murphy sobre su comportamiento.

—No le haga nada, ella no estaba haciéndome daño.

Enséñame Pecando.(+18)[Serie Atracción] Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora