CAPITULO TRES TORTURA Y DOLOR

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Que extraños son los vivos, para ustedes todo es tan excitante y urgente, es probable que les haya hecho daño el medir su vida en tiempo o quizá la falta del mismo haga carente la sensatez a la hora de sentir; porque esa pobre mujer que no conocía nuestro plano, que no sabía lo que le esperaba estando con nosotros, que ni siquiera sabía que somos, se atrevió a comenzar a enamorarse de Roman, lo pude ver en la forma en que se perdía en su mirar, en la relajación de su cuerpo y en los acelerados latidos de su corazón. Aun hoy sigo sin comprender del todo como se arriesgó a tal insensatez, ¿Cómo logro enamorarse en un sitio como este y de un guardián de sombras? Si nosotros no somos otra cosa más que oscuridad y desolación... Lo siento, de nuevo estoy divagando. Permíteme continuar.

El guardián Szilard los veía asombrado, Roman mentía sobre su terrible estado solo para que ella estuviera un poco tranquila, mientras ella se enamoraba cada vez más de él, esa clase de cosas no son comunes aquí. Pero aquel momento de curiosa paz se disolvería pronto, ya que ambos guardianes sintieron que se aproximaba la presencia de Rowan.

—¿Qué hace Roman aquí? —Preguntó con autoridad Rowan a Szilard.

—El Guardián sin nombre terminó con él y lo traje para acá para poderlos vigilar a ambos. —Ahora Szilard también mentía por Katherina.

¿Qué tenía la mujer viva que inspiraba a protegerla? ¿Su latido, su calor, si ignorancia? Nadie podría haberlo sabido entonces, pero algo en ella hacia que encontraran el valor para tentar al peligro.

—Eso es una estupidez, ¿A dónde irían que no los pudiéramos encontrar? —Dijo Rowan con evidente desprecio. —Pero si eso te da tranquilidad dejare que hagas lo que gustes. Yo solo vine para llevarme el saco de sangre.

—¿Para que la quieres? —Preguntó Szilard tratando de ocultar su preocupación al ver la malicia en la mirada de Rowan.

—La voy a interrogar a mi manera; si sabe algo me lo acabará diciendo y si no... Pues entonces será solo un buen rato de esparcimiento.

—¡Ella no sabe nada! —Gritó Roman aferrándose a los barrotes de su jaula de sombra, obteniendo como respuesta la fría mirada de Rowan.

La guardiana, furiosa por la reacción de Roman, levantó su ennegrecida mano hacia el prisionero y al momento en que cerró su puño con fuerza él se empezó a retorcer y a gruñir, pues no quería darle a Rowan la satisfacción de escuchar su dolor, se aferró a los barrotes que lo rodeaban para contenerse de gritar, aunque su rostro distorsionado no ocultaba el sufrimiento al que estaba siendo sometido, no podía evitar arquear su espalda y cuando no pudo resistir más el gruñido se convirtió en una ensordecedor alarido, un grito tan fuerte y doloroso que las tinieblas se estremecieron.

Katherina quería cubrir sus oídos para no escuchar el sufrimiento de Roman pero en cambio solo podía extender sus brazos hacia él, deseando tomarlo entre sus brazos y liberarlo de aquel dolor al que estaba siendo sometido. La pobre mujer se sentía más impotente de lo que ya era al estar dentro de su propia jaula y sin poder ayudar al guardián, solo viendo a Rowan quien no necesitaba siquiera tocar a su víctima para atormentarla.

—¡¡Déjalo en paz!! ¡¡Haz conmigo lo que quieras pero déjalo en paz!! —Rogó la mujer viva con el rostro empapado de sus propias lágrimas y desesperada por la pena.

Rowan soltó una atronadora carcajada que al igual que los gritos de Roman, retumbaron en las tinieblas. El sufrimiento de Katherina se estaba convirtiendo en placer puro para la cruel guardiana.

—Mujer estúpida... claro que haré contigo lo que quiera, me lo permitas o no. —Respondió con absoluta superioridad. —Y tú, mi hermoso y amado Guardián, ordena tus prioridades; eres un ser de sombras, un ser que yo cree y cuyo único objetivo en tu existencia es obedecerme a mí. No trates de tener lindos sentimientos para con este inútil saco de sangre, porque tú no eres capaz de tener sentimientos.

KatherinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora