four | stay

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Habíamos quedado a la una de la tarde de ese mismo sábado enfrente de una gasolinera que estaba a unos dos minutos de la estación de tren. Llegué a menos cuarto estando ya nerviosa intentado no morderme las uñas—algo que en mis casi dieciséis años de vida nunca había hecho, pero la impaciencia podía conmigo—. Esperé unos diez minutos ya que, a menos cinco, llegó Yoongi. Iba vestido demasiado bien, para mi gusto.
Normalmente los chicos de mi edad—por lo menos en España—vestían con feas camisetas, pantalones demasiado apretados y deportivas airmax.
Yoongi no se parecía para nada a ese estilo que tanto me aburría de verlo por todas partes. Él tan solo con su chupa de cuero negra, anchos vaqueros rotos por las rodillas y Dr Martens negras se veía bien, tanto que me pareció mucho más mayor y elegante de lo usual. 
Tenía el don de verse guapo siempre y eso me enfadaba porque reducía mi autoestima a cero.

Nada más verle de lejos, me llevé el pulgar a la boca y me comencé a mordisquear la uña sin llegar a romperla. Cuando estuvo frente a mí, nos quedamos en un silencio que no tenía sentido, mirándonos como si fuera la primera vez que nos veíamos en persona. Alzó su brazo y agarró mi muñeca para apartar mi mano de mi boca.

—No te muerdas las uñas, pabo...

—Tú si que eres un pavo—dije frunciendo mi ceño sin entender su insulto—, y de esos que los americanos rellenan en Acción de Gracias.

Sonrió por una milésima de segundo. Indiqué con mi cabeza en ese momento que debíamos de comenzar a ir hacia el tren. Quería llegar a Madrid antes de la hora de la comida para poder conseguir una mesa en el sitio que ya tenía pensado.

Pabo en coreano significa idiota—explicó cuando comenzamos a andar.

—Genial. Acabo de descubrir que en Navidad hay gente que come idiotas.

Volvió a sonreír, pero esta vez al gesto le acompañó un dulce sonido conocido como risa. Estuve a punto de pedirle que repitiera su risa para grabarla y ponérmela de alarma para despertarme todos los días de buen humor.

Para nuestra buena suerte, nada más comprar nuestros tickets, el tren que debíamos de coger para ir a Madrid llegó. Subimos y nos sentamos en unos asientos que estaban colocados de espaldas a una ventana a través de la cual se colaba el dulce sol de abril. El trayecto de Margaritas hasta Nuevos Ministerios lo hicimos en un silencio sepulcral. Conocía—personalmente—de pocos días a Yoongi y aún así ya sabía desde el minuto uno que no le gustaba mucho hablar. Y menos conmigo.

"No me gustas..."

—Bajamos aquí—dije cuando el vagón se paró por completo, segundos antes de que las puertas se abrieran. Mis manos estaban temblando.

Los sitios cerrados y bajo tierra me causaban mucho agobio, y aún más si no pensaba en cosas positivas o alegres, por lo que tener todo el rato las duras palabras de Yoongi ante mi indirecta confesión, no me ayudaba para nada.
Podía notar cómo las paredes caían lentamente sobre mi cabeza, riéndose de mi posición, de mi miedo. Nunca había perdido el conocimiento pero también era la primera vez que iba en metro sin alguien de total confianza que supiera de mi claustrofobia; y lo peor de toda la situación es que había organizado yo toda la "cita".  

Al salir al exterior me quité la sudadera que llevaba puesta y comencé a tomar grandes cantidades de aire, olvidando por completo que venía con alguien y que ese alguien era el chico que me gustaba.
Noté unas manos sobre mis hombros poco después de haberme quitado la sudadera. Estaba transpirando más de lo normal debido al pequeño ataque de ansiedad que había sufrido, así aparté a la persona que estaba detrás de mí con un fuerte golpe sin pensar que tal vez era un atracador o algún miembro de alguna banda callejera que venía a raptarme o algo.

Smile | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora