01/11. 01:24 am.

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Recuerdo todo tal cual fue, cada detalle, cada sentimiento. Y todo tan repentino que no tuve tiempo para preparar la caída.

La contención de mis emociones se hace cada vez más notable. Están inhibidas, quietas, nadie puede alterarlas. Y eso está bien, o al menos por el momento.

En medio de tantos pensamientos, el ritmo de la música acompaña. Repentinamente mi celular vibra y llega tu mensaje. Así, de la nada, hasta que recuerdo haber publicado algo minutos antes (y ese mensaje era una respuesta).

En el momento, cambio de canción y suena mi canción. Mi canción preferida, esa que canté mientras me contenías en tus brazos esa tarde fría de un sábado de agosto. Esa canción que sonó cuando nos besamos por segunda vez.

Y siento que por dentro, toda esa quietud se desmorona sin sentido alguno. Recuerdos, pensamientos, diálogos y mensajes pasan por mi mente.
Y me quiebro, sin saber por qué.
Mis lágrimas comienzan a caer descontroladamente, y a la vez, todo lo que siento es como un puñal en medio del pecho. En estos momentos me pregunto si duele más soltar que contener.

No respondo, sólo dejo que la música siga. Que mi dolor sea y que mi corazón ya no se esconda. Y es acá donde me cuesta respirar, donde tiemblo y me pregunto una y otra vez: ¿Qué es lo que me pasa? ¿Qué tan mal estoy como para llegar a este punto? ¿Realmente un mensaje insignificante puede desencadenar todo esto?
Y pienso que puede ser, que cada cosa chiquita que se suma trae algo detrás. Nada ocurre sin sentido, por más que me pregunte una y otra vez el por qué y el para qué.

Hay cosas que simplemente son, y hay que dejarlas ser.

Where is my mind?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora