Capítulo 5.

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Aún retumba en mi mente la imagen de abrir aquella puerta y tras ella descubrir a las dos personas que se exaltaron al escuchar mi intromisión.

-¿¡M-Marinette!?-Exclamó Nathaniel aún en calzoncillos al tiempo que Chloé se cubría con una sábana.

No había tenido tiempo de raccionar. Mis ojos estaban perdidos en un punto remoto el cual ni siquiera logro recordar. El pelirrojo continuaba hablando pero era imposible escucharle, tan sólo oía balbuceos de fondo mientras mi cabeza me gritaba que me alejase de allí. Pero era imposible.

-¿Te crees que me sorprende que me engañes?- Hablé inpasible.-¿No crees que tus salidas repentinas, tus viajes, y tus mensajes secretos hablaban por sí solos?

Sus ojos se abrieron con sorpresa y miró de reojo a la rubia que no elevaba la cabeza para mirar a nadie.

-¿¡Enserio te crees que soy tan gilipollas como para no darme cuenta de que estábais en el metro muy ocupados tras la columna!? ¡Lo que detesto es que encima sea en mi maldita fiesta! ¡Estás mal de la cabeza, Tío! - Volví a relajarme hasta cierto punto y me volteé dándole la espalda.-Tal vez, el gilipollas seas tú.

Al soltar todo aquello, me fui. Salí de aquella casa infernal. Y era imposible.

¿Cuándo había comenzado a llover?
No lo sé.
¿Cuándo había empezado a llorar?
No lo sé
¿Cuándo había empezado a quebrarse mi corazón?
Siempre lo estuvo.

La lluvia me caía sobre los hombros y la cabeza. Era imposible retenerla. Cualquiera tendría un rostro descolocado. Pero yo no. Estaba seria.

A lo lejos veía sombras con paraguas.

Irónico... "Paraguas."

Aquel día había salido todo bien. Vencimos a Stone Heart, conseguí liberar su akuma, había salvado a Iván y a Mylénne y me había enamorado del chico que logró quitarme el aliento durante los pocos segundos que extendió su "paraguas" esperando a que yo lo tomara.

Y hoy...
Primero me despertaba sin noticias de Tikki, pillaba a Nathaniel y Chloé dándose el lote tras una columna del metro, el estúpido Agreste me daba la espalda de nuevo, atrapaba de nuevo a esos dos pero esta vez en mi propia fiesta sorpresa... Y hoy no existía ningún Adrien frente a mí que me extendiese su "paraguas".

Mi ropa no tardó en empaparse. Ni siquiera conocía aquel tramo de mi propia ciudad natal y estaba sola...

Si mi kwami hubiese estado allí... Tal vez la posibilidad de poder evitar aquello que hice... Sería más alta. Pero... No se encontraba conmigo...

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Todo estaba oscuro, hacía frío y me encontraba al borde de perder la consciencia...
Escuchaba voces distorsionadas y sentía terreno grumoso bajo mi cuerpo, el cual aún no podía mover por la hipotermia.
Varias manos me tomaron dejándome sobre una especie de colchón. Mis ojos entreabiertos sólo lograron captar sombras.

De nuevo mis párpados se cerraron con lentitud.

Y corría. Corría por un pasillo con mi traje de Ladybug pero sin mi antifaz.
Por alguna razón, avanzaba por un instituto. ¿Mi antigo instituto?
Unos grandes tentáculos junto a una negra niebla, iban hacia mí enegreciendo a su paso todo lo que encontraba.
Estos brazos alargados volvían todo lo bueno malo y a lo malo le arrebataba todo signo de bondad.

Cada vez me arrinconaban más.
Mi pecho subía y bajaba de forma repetida debido al cansancio y la tensión que se agrupaban.

Un pasillo sin puertas, mi arma habitual, y los tentáculos a excasos metros de mí.

Qué Ciegos Estuvimos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora