Capítulo 8.

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-Mejor, túmbese en este sillón.- Dijo la mujer.

Me puse en él y la enfermera salió a otra sala independiente para dejarnos mayor intimidad.

-Bien. Para empezar, háblame de ti, de tu forma de ser, de tu vida y de la familia.

La psicóloga tomó una libreta y una pluma de su escritorio.

Comencé a contarle todo. Desde mis 10 añitos hasta este momento. Obviamente, omití la parte de ser Ladybug y haberme enamorado de un chico que resultó ser Chat Noir y que ahora estaba loquita por el minino enmascarado.

Vaya... Casi lo más importante.

-Bueno.-Comenzó.- Debido a la infidelidad podrías estar derrotada. Sin embargo, no lo estás. Hay algo que te preocupa aún más. ¿Has tenido sueños extraños en estos días desde el accidente?

-S-Sí. Uno que se repite cada noche. Uno,-Hice una pausa.- que me hace sentir tensión y miedo.

Empecé a narrar la pesadilla en la que corría por un pasillo huyendo de la niebla y los tentáculos. Suavicé el tema del traje de Ladybug diciendo que iba disfrazada de superheroína pero mi identidad estaba al descubierto.

-Muy bien.-Habló la Sra. Meyer Necesitaré unos días para analizar todos los puntos y explicártelos uno por uno. ¿Nos vemos este viernes?

-Eso es pasado mañana... Está bien, no tengo nada pendiente.

Nos despedimos y salí de la consulta.
Parecía que contar todo aquello hubiera sido un alivio enorme.

-Lo has hecho de maravilla, Marinette.-Susurró Tikki para que nadie más la oyese.

-Uf,-Suspiré.- espero que tengas razón, Tikki...

Miré la hora en el teléfono.
13:40 de la tarde.
Decidí llamar a Alya. Ella me había organizado la fiesta y ese mismo día ocurrió lo del acantilado... Debía expliárselo todo.

La morena respondió a mi llamada y nos citamos en una cafetería cerca de Notre Dame.

Llegué la primera, así que esperé preparada para la verdad...

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Nos encontrábamos una frente a la otra tomando una cerveza y entonces Alya pegó un gran golpe a la mesa de la terraza.

-¿QUÉ? ¿QUE HIZO QUÉ?-Gritó llamando la atención de los camareros y de los demás clientes.

La morena se disculpó y se sentó nuevamente.

-Te juro que si pillo a ese mierda le arranco los pelos y me hago mechas rojas.

Comencé a reír muy fuerte y la chica acabó sonriendo conmigo.

-No...-Sequé mis lágrimas.- La verdad es que me alegro por él. Además, también es momento de ir tras lo que realmente quiero en mi vida.

Una cara de complicidad se dibujó en su cara y agarró mi mano.

-Yo quiero lo mejor para ti... Y verte feliz.-Bajó la mirada.-No sabes lo mal que lo pasé cuando ocurrió el accidente. Aunque me dijeron que saldrías pronto del coma, yo me sentí responsable, y Luka... Él se pasó allí los primeros días.

Posé la mano sobre la de mi amiga que aún hacía caricias sobre mi izquierda. Las dos nos sonreímos pero llegó el momento de irnos a nuestras casas. Bueno, yo no tenía casa en realidad; estaba de ocupa en la de Adrien.

Qué Ciegos Estuvimos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora