______ se quedó en la acera y estiró el cuello, comprobando los autos que se acercaban viniendo de calle abajo. Era un viernes por la noche, las calles estaban ocupadas y no había un taxi a la vista. Figúrate. La suerte no había estado con ella en todo el día. ¿Por qué cambiaría ahora? Una brisa se apoderó de ella, fuerte y picante con la sal de la bahía cercana y se estremeció. Deseó haber traído un suéter o un abrigo. No había esperado estar afuera en este momento de la noche, ya que se había ido a la fiesta directamente del trabajo. -¿Tienes frío?
______ se sobresaltó y se volvió en dirección a la deliciosamente profunda voz que provenía desde detrás. Allí estaba su nuevo héroe viéndose demasiado atractivo para su propio bien.
El viento le alborotaba el cabello oscuro en su frente y se veía muy elegante con su traje negro. Bastante bien como para comérselo. El calor tiñó sus mejillas y floreció en todo su cuerpo. De repente, ya no tenía tanto frío. -Estoy bien. Gracias por preguntar.
Ella se estremeció ante sus recortadas palabras, pero no podía evitarlo. No podía olvidar la rudeza con la que él la había apartado, como si tuviera piojos o algo así. -Hey, escucha quiero disculparme por lo que pasó antes. -Él sonrió, encantador y relajado y la visión hizo que sus dedos de los pies se doblaran dentro de sus sandalias-. No quise empujarte. Espero que me perdones.
-No te preocupes por eso. -Ella agitó la mano, dando un paso hacia atrás-. Estoy agradecida de que me hayas atrapado. Habría hecho el ridículo ahí. Él dio un paso más cerca. Ella captó de nuevo el olor a pino y a especias y pensó en las frías noches de montaña.
Abrazados debajo de una gruesa manta, viendo bailar las llamas en una chimenea de roca gigante de río. Los brazos de un hombre fuerte envueltos alrededor de ella, su aliento cálido y sedoso en sus oídos, labios firmes contra su mejilla...
-¿Buscas un taxi? Su voz profunda la sacudió de la pequeña fantasía que había conjurado y sus ojos se encontraron, sosteniéndose durante un momento demasiado largo. Incómoda ella dejó que su mirada vagara, viéndolo. Su postura era casual, con las manos en los bolsillos, con sus brazos en jarras y los lados de la chaqueta metidos atrás. Su camisa blanca se extendía tensa sobre su ancho pecho y vientre plano y ella se lamió los labios, repentinamente hambrienta.
Este hombre definitivamente funcionaría. Sexo con un desconocido era una de las diez fantasías más populares entre las mujeres de acuerdo con la extensa encuesta nacional llevada a cabo por los afiliados de City. Desde luego, él calificaba como un extraño. Un escalofrío se movió a través de ella. ¿Sexo con este hombre, el hombre más guapo con el que había tenido la oportunidad de chocar y mucho menos conocer? ¿Él estaría siquiera interesado en ella? -Definitivamente tienes frío.
-Él se quitó la chaqueta y luego la envolvió alrededor de ella, sus amplias palmas acunando sus hombros por un breve instante antes de que la soltara-.
¿Mejor? -Gracias. -La chaqueta estaba aún caliente de su piel y la hacía lucir pequeña, colgando hasta la mitad de sus muslos. Olía como él, su olor le recordaba el aire fresco del otoño y quiso cerrar los ojos, respirar profundamente y absorberlo. Pero no lo hizo.
En cambio, observó los autos que pasaban y pasó de un pie al otro, adolorida. Su valor líquido la estaba abandonando tan rápido como había llegado. -Entonces ¿necesitas que te lleven?
-¿Qué? Oh, sí, estoy esperando un taxi que no existe. -Ella miró a la calle una vez más. No pudo evitar el sarcasmo mientras los autos pasaban volando, sin ningún taxi, entre ellos.
-Te puedo llevar. ______ se volvió hacia él de nuevo y se mordió el labio inferior. Su ardiente mirada la recorrió de la cabeza a los pies, haciendo una lectura lenta y su cuerpo reaccionó como si la hubiera tocado físicamente.